lunes, 25 de febrero de 2008

LA EXTRAÑA LUZ




LA EXTRAÑA LUZ

En mi álbum de bodas, tengo una foto especial. Cuando el fotógrafo que nos hizo el reportaje se apareció con el resultado de su trabajo, nos dijo que había una instantánea que tenía una especie de mancha de luz, algo verdaderamente raro que él no supo explicar, y nos dejó claro que el material fotográfico utilizado había sido de primera calidad. No teníamos motivos para dudar de él, pues este señor es casi como de la familia, pues nos une una relación muy cordial desde hace muchos años, y por demás, el resto de las fotos quedaron impecables.

Por más que la miramos, no somos capaces de determinar cuál es la causa de que apareciera en la foto, justo encima de nosotros este haz de luz de ese color tan particular, como si fuera una energía concentrada justamente en ese sitio, una energía con el color rojo intenso y como pura electricidad.

He intentado hacerle una foto a la foto. Lo ideal sería escanearla, pero mi mujer me mataría si la despego del álbum de bodas. Así que aunque no se ve con toda la calidad que se podría esperar, al menos se pueden hacer una idea de lo que les estoy contando.

Tadeo

sábado, 23 de febrero de 2008

EL SECRETO


EL SECRETO

Hay palabras que llevan dentro una suerte de carga mágica, de poder seductor, de halo misterioso que nos envuelve en cuanto resuenan en nuestros tímpanos o tropiezan con nuestras pupilas escrutadoras de esas verdades que oculta la realidad. SECRETO , es una de ellas.
Sé de algunos que piensan que el alma humana necesita de esta magia, y aún cuando la ciencia va dejando cada vez menos espacios a esa acrópolis de lo misterioso, el ser humano sigue levantando dentro de sí todo un universo de sombras y tímidos destellos aderezados por los muchas interrogantes que aún nos hacemos sobre este mundo nuestro que nos rodea.
¿Habrá de veras un gran secreto?. Tal vez. Al menos, mientras la vida no transcurra toda, según predicen ciertas regularidades filosóficas quedará terreno para la especulación y para la imaginación desbordante y desbordada, para los sueños, y para la búsqueda de eso que no se ve, pero que muchas veces presentimos.
Si alguien quiere percibir con claridad el peso de lo misterioso, sólo tiene que aterrizar en Cuba. Allí, junto a la brisa marina, el sol y las palmeras, algo misterioso se cuece entre la gente. Algo que no es de este mundo, late y condiciona la vida de los hombres y mujeres de la mayor de las antillas. Ese algo es El Secreto.
No me pidan que ponga en palabras lo que no se puede. Pero pregunten a los cubanos. La gran mayoría de ellos, aunque no sepan explicarlo con claridad, al leer estas palabras, creerán entender, sabrán de cierto a qué me estoy refiriendo.
Desconozco si cada uno de los pueblos de este planeta tendrá su secreto. Cuba lo tiene. Allí vemos pasar por las calles a los santeros mayores, a esos viejitos, insignificantes a la vista del turista incauto, del viajero desapercibido de esa realidad otra que le circunda, que le pisa los talones, que le hechiza, en esa isla rodeada de sol, y orishas por todas partes.
No puedo ni debo ser más claro. El Secreto de Cuba, (cuentan los que saben), vino de África escondido en el vientre de esos negros esclavos elegidos por los chamanes de aquellas tribus saqueadas y desmembradas a lo largo de toda la geografía continental al sur del Sahara. Una vez en la isla, echó nuevas raíces, y se fusionó en sus aspectos internos con las fuerzas mágicas de taínos y ciboneyes.
Paulatinamente, también la cruz cristiana, fue ganándose un lugar en los altares lucumíes y en las “prendas” de las religiones congas como el “Palo Monte”. Esta cristianización de las religiones africanas produjo desprendimientos importantes formándose ramas bien diferenciadas en función de la manera en que sus creyentes se entregaron al culto. De este modo, del Mayombe original, se desprendieron el Briyumba y el Kimbisa, este último, mucho más cristianizado.
En varias ciudades cubanas, aún hoy se sigue rindiendo culto a esos Secretos venidos allende los mares. Ellos son piedra angular, muchas veces olvidada, de las relaciones de hermandad entre muchos de los pueblos de las dos riberas del Atlántico: Cuba, Brasil, Colombia, Venezuela, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, la comunidad latina afincada en los Estados Unidos, entre otros, con esos pueblos africanos como Nigeria, Camerún, Benin, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, El Congo, y muchos otros.
Pero, por sólo citar un ejemplo, cuando un cubano “que sabe” y un brasileño “que no deja de saber”, se juntan y se ponen a conversar, enseguida advierten cómo comparten un lenguaje oculto y común, un universo ancestral que en esencia es el mismo. Otro tanto sucede cuando cubanos y africanos se juntan.
Yo mismo tuve la oportunidad de comprobar esto que acabo de decir. Un día, en la universidad de la Habana se reunieron los historiadores y sociólogos especialistas en temas religiosos afrocubanos, con sus homólogos brasileños. Cuando ambas partes expusieron sus conocimientos arrancados al gran secreto de las religiones populares de sus países respectivos, encontraron, no con asombro, que las semejanzas eran totales.
También he tenido la oportunidad de hablar del Secreto con varios africanos. Una vez, uno de ellos, después de abrirme su alma, me confesó: “Con ustedes los cubanos sí se puede hablar de estas cosas, porque ustedes son como nosotros”.
De niño, caminando por las calles centenarias de mi ciudad natal: Trinidad de Cuba, escuché hablar a los viejos de esas historias increíbles. Al parecer, ellos sabían el lenguaje de las piedras, sus clasificaciones mágicas, y el uso esotérico de cada una de ellas. Había piedras, que a pesar de encontrarse “sembradas” en una calle cualquiera de la ciudad, allí a la vista de todos, no eran piedras cualquiera. Eran piedras con un poder mágico extraordinario, capaz de influir en los sueños de todos los habitantes de la ciudad, o capaces de resolver los problemas más disímiles.
Supe también que el poder de ciertas ciudades cubanas como Guanabacoa, Regla, Unión de Reyes, Trinidad, Cienfuegos, Placetas, Palmira, o Santiago de Cuba, por sólo mencionar algunas, venía precisamente de haber recibido de sus antepasados esclavos uno de estos Secretos.
A estas alturas, ya se habrán dado cuenta de que hablo de algo material, y no de una revelación que pueda pasarse de boca en boca. El Secreto es algo tangible que no me es dado explicar en detalles. Tampoco sé demasiado al respecto.
En todo caso, si estoy metiéndome donde no me llaman, si estoy hablando aquí más de la cuenta, pido la protección de los espíritus de esas dos grandes santeras mayores ya fallecidas: Ita Valdespino y Juana Marín Aróstica. Y pido también la licencia de los santeros mayores de mi pueblo: Blas Puig Zayas y Pedro José Malibrán Vila, éste último, conocido popularmente por Biyiyi, con quienes aprendí mucho de lo que sé , y que alimentaron mi curiosidad una vez que el Secreto empezó a tirar de mí como un imán.

Estaba animado a investigar y llegar hasta el fondo de estas cuestiones, pero mi partida de la isla dejó a medias todos mis esfuerzos indagatorios. Sin embargo, el Secreto rondaba mi vida desde mucho antes. Fue mi padre la primera persona que me habló de él, casi de manera accidental.

Aquel día vimos aparecer en la estación de autobuses de mi pueblo, a una anciana de unos 80 años, muy risueña a la que todos saludaban con gran respeto y como si la conocieran de toda la vida. Su tez negrísima llamaba la atención, así como la humildad de su indumentaria. Estaba rodeada por una especie de halo mágico. A pesar de lo larga de la cola para comprar los boletos, y de las discusiones y peleas que se armaban para no dejar colarse a nadie, cuando alguien de la cola invitó a aquella buena mujer a ponerse delante, nadie chistó.
Yo no entendía el por qué, así que aquella duda se quedó instalada en mi mente. Una vez que mi padre y yo salimos de la estación, le pregunté:
- Papi, ¿por qué nadie protestó cuando colaron a esa anciana? ¿Sería por su avanzada edad? Y él respondió con una sonrisa:- Hijo mío, ¡cuántas cosas te faltan por aprender! Escúchame bien. Esa viejita es Eutimia. Ella tiene el Secreto.

TADEO

sábado, 16 de febrero de 2008

MANDALAS


MANDALAS

El día que me ocurrió lo que ahora mismo me dispongo a contarles, apenas tenía yo algún conocimiento sobre los mandalas. Por entonces tenía 23 años y estaba preocupado porque una amiga española (mi actual esposa) estaba a punto de llegar a Cuba, y no tenía dinero para pagar un taxi que nos llevara desde el aeropuerto José Martí de la Habana, hasta Trinidad, mi ciudad natal.

A pesar de que Julia, (así se llama ella) me decía siempre que no me preocupara por el dinero, yo me agobiaba mucho porque nunca me ha gustado depender para nada del dinero ajeno, y no quería que ella fuera a pensar ni por un solo instante, que me estaba aprovechando de ella.
No sabía qué hacer. Tal vez por despejarme un poco, me fui a la playa. Me puse ropa de deporte y partí corriendo en esa dirección como hacía muchas veces, pues correr me ayuda a meditar y a sentirme bien.
Llegué a la playa 2 horas después, sudoroso, cansado, y algo más relajado. Me lancé al mar y nadé durante unos minutos, buscando de la madre mar su bendición y que se llevara mis energías negativas. Me acosté luego en la orilla, allí donde las olas aún pueden tocarte los pies, mientras el resto del cuerpo, de la cintura hacia arriba, se queda a salvo del embate de las olas.
Mi mente se quedó vacía, tan vacía como aquella playa Ancón, a 12 kilómetros de la villa de Trinidad de Cuba.

Por esos meses de marzo o abril, los cubanos apenas visitan las playas. No es hasta que cae el primer aguacero de mayo, que la gente empieza a convertir el baño de mar y el propio paseo hasta las costas en algo habitual. Por esas fechas, aún frías para los nacionales, sobre todo encuentras en las playas a los turistas extranjeros, a los trabajadores de mantenimiento de la playa, y poco más.

Mi cuerpo yacía tendido exactamente en esa línea cambiante que separa mar y arena. Mis ojos estaban cerrados, mi respiración poco a poco se iba tornando más pausada. Algún tiempo después me retiré un poco de la orilla, me senté en posición de semi loto, y continué adoptando esa extraña postura mental que podríamos llamar contemplativa, sin que ningún pensamiento se agolpara en mi mente. Sin preocupaciones de ningún tipo, sin que el tiempo importara, ni las personas que veía a lo lejos.

Disfrutaba de cómo mis ojos se adueñaban del paisaje y se hacían uno sólo con él. De pronto sentí una voz que me habló. Su dulzura y su candidez me son imposibles de expresar en palabras. No era una voz que escuchaba con mis oídos físicos, sino una voz que percibía como telepáticamente, en mi fuero interno, en mi mente irracional. Todo esto que relato, sería difícil de entender para quien no haya experimentado alguna vez estos estados alterados de conciencia.

Era la voz del mar. En Cuba, los creyentes de la santería le llaman Yemayá. Si estaba tan seguro de que se trataba de ella, era porque no era la primera vez que me hablaba. Ya lo había hecho una vez, cuando le llevé una ofrenda, a petición de un brujo que me indicó que debía hacerlo. Aquella vez, al echar al mar la encomienda, las olas la hacían regresar violentamente a mis manos. No la recibía, así que en medio de mi desconcierto, sentí una voz que me dijo: “Hijo mío, tú no me debes nada”.

No sé por qué, pero estos fenómenos nunca me han asustado (bueno, algunos sustos sí que me he llevado, pero no es éste el momento adecuado para contarles al respecto). Lo cierto es que muchas veces al meditar en frío sobre muchas de estos sucesos paranormales, me cuestiono por qué en ese momento, lo acepto todo con tanta naturalidad, y no es hasta pasado un tiempo, cuando medito sobre lo ocurrido y me asombro y se me pone la carne de gallina.

Sin embargo, in situ, lo vivo con naturalidad. Al sentir la voz del mar diciéndome aquello, la paz volvió a mí. Le dije, hablando en su mismo idioma, ese idioma telepático y silencioso:
-“Pues entonces compartamos la ofrenda.
Fui partiendo a la mitad cada una de las 7 frutas que le llevaba, y comiendo mi parte. Sólo así el mar estuvo de acuerdo en recibir lo que le llevaba.
Aquel día de mi “maratón” hasta la playa, la voz del mar no fue tan escueta. Me habló durante mucho tiempo y de un modo tan especial e íntimo, que no lo podré olvidar jamás.

Me hizo dibujar en la arena un extraño dibujo. Cogí un palo que tenía a mano, y sobre la arena húmeda iba dejando que ella guiara mi mano. Cada una de las formas geométricas que me hizo dibujar, tenían un significado. Aquel mandala que terminé dibujando, le dio pie al mar para explicarme algo que me callo, en parte por no tener ahora mismo, después de más de 10 años, bien claro en mi mente todo lo que me dijo, y por no creer que haga bien revelando algo que me fue confiado de manera tan exclusiva. De hecho, mientras dibujaba el mandala, cada vez que alguna persona se me acercaba, venía una ola, y me borraba el dibujo. Sólo cuando estaba completamente solo, el mar volvía a hablar, y me decía con su voz dulcísima, que empezara a dibujar desde el principio.

Luego de aquella interesante explicación donde pude comprobar el significado del cosmos, y los equilibrios de la naturaleza explicados por una de esas fuerzas primordiales, la voz desapareció.
El sol hizo acto de presencia entonces. Él también quiso hablarme. Con una voz más grave que la anterior, pero igualmente sorprendente, me hizo dibujar su mandala particular. Me lo explicó, y sólo entonces, cesó de sonar aquella voz dentro de mi fuero interno.

Cuando me convencí de que ya todo estaba dicho, me levanté, sumido en mi sorpresa y mis meditaciones y me dispuse a emprender el camino de regreso a casa. No había andado mucho cuando otra voz, que no sabría precisar de quien era, me dijo lo siguiente:
“No te preocupes por el dinero, que el dinero no es de nadie. Ya verás como aparecerá”.
Acto seguido, encontré junto a mis pies una moneda dorada equivalente a un peso cubano. La recogí del suelo muy extrañado, porque como ya les he dicho, la playa estaba prácticamente desierta. Con ella en la mano y sin dejar de andar, le dije entonces a la voz:
-¿Esto es una prueba, o es una casualidad?
Diciendo esto, otra moneda idéntica, apareció a mis pies. Estaba convencido, algo me estaba manifestando su presencia y su poder. Pero como soy así de incrédulo, volví a ripostar:
-Acabo de leerme un libro (El alquimista de Paolo Coelho) donde dice que algo que ocurre una vez en la vida, puede que no ocurra jamás, pero algo que ha ocurrido dos veces, puede incluso, ocurrir una tercera.
Un segundo después, otra moneda dorada apareció mágicamente ante mi vista. Con mis tres monedas doradas en la mano, llegué a la carretera. Ya me disponía a salir corriendo, cuando sentí que se acercaba un coche. Jamás hago autostop, pero aquél era mi día de suerte y me sentía capaz de comerme el mundo, así que saqué el brazo y para mi sorpresa, me pararon. Me invitaron a subir y me dejaron en la ciudad.

Al llegar a casa, me estaba esperando mi amigo Kedir, quien meses antes me había pedido dinero prestado para irse de viaje. No contaba con que me lo devolviera, pero ahí estaba él para devolvérmelo.
Tiempo después empezó a rondar por mi cabeza una duda:
Los mandalas, ¿qué hacer con ellos?

Fui donde un amigo estudiante de metafísica y miembro de la orden rosacruz. Le conté lo que me había pasado, y me dispuse a dibujarle los mandalas, pero él me detuvo:
-No lo hagas. No quiero verlos, y por favor, no se los enseñes a nadie. Eso es sólo para ti.

Algunos años después, me invitaron a una sesión espiritista con unos videntes de mucha fama. Lo cierto es que nos demostraron a todos, su gran capacidad de videncia. Yo aproveché la oportunidad para preguntarle a uno de ellos por mis mandalas:
-¿Qué debo hacer con ellos?
Y la respuesta que me dio fue:
-Pregúntale al que te los dio.
Tendré que hacerle caso a este vidente y preguntarle al mar y al sol, porque está claro que nadie me va a saber responder.

TADEO

martes, 12 de febrero de 2008

PREMIO BLOGGUER DEL DÍA


BLOGGUER DEL DÍA

Hoy mi estimada amiga Catalina Zentner ha tenido a bien compartir conmigo su premio como blogger del día. Su foro se llama "COFRE DE HAIKU ". Ella ha decidido distinguir la información que el mío aporta sobre teosofía y metafísica.

TADEO

viernes, 8 de febrero de 2008

ACERCA DEL PLANO ASTRAL


ACERCA DEL PLANO ASTRAL

Lo que comúnmente llamamos en metafísica, plano astral, es aquel universo conformado por las emociones de todos aquellos seres capaces de sentirlas, entre ellos, los seres humanos, los animales, y otras entidades de naturaleza desconocida para la humanidad ordinaria.
Ningún otro plano de existencia está tan estrechamente relacionado al plano físico, como el plano de las emociones. De hecho, están tan a flor de piel, que somos seres vivos con una gran capacidad y sensibilidad para vibrar ante todo aquello que nos emocione.
En el momento psicológico que vive el planeta ahora mismo, las personas somos mucho más emotivas que racionales. Esta peculiaridad de la raza humana, nos convierte en seres muy interesantes y contradictorios.
Muchas veces en todos nosotros se dan contradicciones entre lo que pensamos y lo que sentimos. De ahí que podamos pensar que algo es malo, y aún así no podemos resistirnos a hacerlo. En todos nosotros se da esta batalla tremenda entre lo que queremos hacer, y entre lo que somos capaces de hacer, entre lo que queremos ser, y lo que somos capaces de ser realmente.
El ser humano poco a poco va entendiendo la necesidad de ir dominando a través de la mente, nuestras emociones negativas.
Para hacer todo esto más complejo, debemos tener en cuenta que las nociones del bien y el mal no siempre son absolutas, sino que responden a condicionamientos histórico sociales. Con el transcurso de los tiempos, la sociedad humana, a partir de su experiencia vital, va perfeccionando su ideario ético y moral, y en función de esos principios, establecemos reglas de vida, patrones de conducta que nos permite mejorarnos a nosotros mismos como seres humanos. Este es un proceso lento de crecimiento espiritual, pero que ocurre sin detenerse. Si acaso, en ciertos momentos de la historia, advertimos momentos de retroceso relativo, de involución relativa, pero a la postre, siempre la humanidad es empujada por fuerzas espirituales invencibles, hacia la consecución de su objetivo cimero, que es la evolución de nuestras almas, en medio de un proceso mucho mayor que nos dejará en condiciones de renunciar a nuestro vehículo físico, sucesivamente, a nuestro vehículo emocional, mental, y así sucesivamente hasta convertirnos en un todo único, en el UNO indiferenciado.
Este gran ciclo no se detiene jamás, y la humanidad no puede hacer nada para escapar de él. Algunos seres humanos vamos a ciegas por este sendero de crecimiento espiritual, y otros vamos con un poco más de conciencia del mismo. Es una especie de destino global que se conforma por la suma de todos nuestros destinos individuales, entendiendo el destino, no como algo rígido, sino como un camino en el que siempre tendremos algún grado de libertad, grados de libertad que se van reduciendo en la medida en que las personas vayan pasando más veces por el ciclo del nacimiento y la muerte en el plano físico. Es decir, mientras más veces haya nacido y muerto un individuo, más rígido será su destino, o su karma.

Uno de los nombres con que comúnmente se denomina al plano astral es KAMALOKA, que significa, “lugar del deseo”. Eso quiere decir que el plano astral o emocional, es el universo donde vive y se desarrolla, por decirlo de algún modo, nuestro cuerpo de deseo, o lo que es lo mismo, nuestro cuerpo emocional o astral.
Todos los planos de existencia, desde el físico, hasta todos los demás, presentan 7 subdiviciones. Dicen los maestros de sabiduría, que el plano astral se parece mucho al plano físico. Dicen que la disposición de lo objetos en ese mundo, es muy similar. Por eso es que las personas que abandonan el plano físico, es decir, los que mueren, se encuentran de repente en un mundo que es bastante correlativo al mundo de los vivos, eso sí, más parecido a un sueño que a la realidad, puesto que allí las relaciones espacio temporales son diferentes. Se podría decir que en ese plano, al no existir formas materiales tan densas, tanto el tiempo como el espacio, manifiestan peculiaridades a las que las personas difuntas necesitan acostumbrarse.
A veces, conversando con espíritus en sesiones espiritistas, ellos me han dicho que cuando una persona muere y va a ese plano, es como si naciera. Una vez un espíritu me dijo: ¿No es cierto que cuando un bebé nace, necesita casi un año para empezar a hablar, caminar, etc? Pues hazte a la idea de que aquí es igual. Una persona recién muerta es para nosotros igual que para ustedes un bebé.
Hay personas vivas que tienen del mundo astral algunos atisbos. Sus ojos astrales, digámoslo así, son capaces de captar algo de allí, aunque la mayoría de los humanos no vemos nada en esos planos, o peor aún, no damos importancia y validez a lo que vemos.
Por ejemplo, a veces, en ciertas circunstancias sentimos como una presencia, como una sombra que pasa a nuestras espaldas, o en la habitación contigua. Procuramos ir a ver, fijar bien la vista, y ya no vemos nada. ¿Por qué ocurre esto? Bueno, una manera de explicarlo sería la siguiente: A veces estamos distraídos, como con la mente en blanco. Tenemos adormecida por un instante el sentido de la visión física. En ese estado en que nos encontramos, los ojos astrales se activan. Por un momento, libres inconscientemente de la visión física, esos otros ojos que tenemos, se activan y podemos ver algo del mundo de las sombras, podemos ver entidades espirituales que nos rodean, abrimos por unos instantes los ojos a ese otro mundo que está ahí, en otra dimensión, pero ahí, muy cerca, aunque entendamos que no hablo de cercanía en el sentido espacial, sino que es una cercanía otra, difícil de explicar y de entender para aquél que no sea capaz de desprenderse de esa visión que emanan de las palabras, “cerca” o “lejos”.
Otra cosa a tener en cuenta es que los seres astrales, pueden cambiar de forma en un instante. ¿Por qué? Pues porque si bien, nosotros los vivos, con nuestros pensamientos no podemos modificar apenas nuestra materia física, sí podemos modificar de un modo radical nuestra materia astral, nuestro cuerpo astral. De ahí lo peligroso que es para una persona viva, saber qué ha visto, o peor aún, a quién ha visto en esos planos, porque las entidades espirituales se nos pueden presentar como mejor a ellos les plazca. De hecho, muchas veces los espíritus se nos presentan de manera tal que los podamos reconocer, y conozco a algunos espíritus, que por pura coquetería, prefieren presentarse jóvenes, y no con la forma que adoptaron en los últimos años de su vida. En todo caso es una constante que veamos a los espíritus, (por ejemplo, en sueños) con muy buen semblante y buena salud.
También es cierto que como las ideas son tan fuertes, puede darse el caso, por ejemplo, de que un espíritu que muriera a consecuencia de un ataque de asma, sienta después de muerto, esa misma angustia, es misma falta de aire que sintió en vida. También hay entidades espirituales que en vida albergaron un cuerpo enfermo de la mente, y esas ideas y emociones que generaron, las arrastran también.
Las personas que vivimos en la tierra, somos muy poco conscientes de la importancia que tiene para nosotros, cuidar y educar nuestro vehículo astral. No somos conscientes de que nuestro cuerpo más perecedero es el cuerpo físico, mientras que el vehículo astral lo conservamos, (a saber) durante dos encarnaciones. Por tanto, el cuerpo astral o emocional, deberíamos cuidarlo el doble de lo que cuidamos el cuerpo físico. Tenemos una especie de instinto que nos lleva a cuidar el vehículo físico, porque lo identificamos directamente con el YO. Muchos piensan erróneamente que ellos son solamente y más que nada, su vehículo físico, y eso es un grave error.
Sería un ejercicio muy provechoso para la humanidad, empezar a tomar conciencia de que ellos son mucho más que su cuerpo físico, y que por ejemplo, ya desde ahora, deberían aprovecharse de la maravilla que es tener conciencia de la existencia al menos de esos dos vehículos que son el vehículo astral o emocional, y el vehículo mental. Incluso, como el vehículo mental (a saber) puede acompañarnos durante muchas encarnaciones, deberíamos tratarlo con excesivo mimo. Debemos fortalecerlo, cultivarlo y sobre todo, identificarnos con él, no como un cuerpo simple de ideas, sino como un cuerpo que es mucho más cercano a nuestro verdadero YO, y un cuerpo desde donde estaremos en muchas mejores condiciones de conocer nuestra verdadera naturaleza humana, y desde el cual podemos amoldar nuestro vehículo astral.
Todos los seres humanos, en mayor o menos medida, controlamos nuestras emociones desde nuestra mente. Eso sí, hay personas que no lo hacen apenas, incluso creen correcto dejar que esas emociones fluyan libremente y sin control. Hay personas que piensan que todo lo que sale de su corazón, entendiendo corazón como vehículo emocional, es bueno. Nada más alejado de la verdad.
Hay que tener mucho cuidado con esa expresión: “Escucha a tu corazón”. No todos tenemos el mismo desarrollo de nuestro “corazón”, o lo que es lo mismo, de nuestro vehículo emocional. Hay personas evolucionadas espiritualmente, de cuyo corazón sólo emanan sentimientos puros y altruistas, y hay personas menos evolucionadas, que tienen que estar luchando de un modo feroz con eso que sale de dentro de su propia naturaleza emocional.
Muchas personas me han dicho: “Yo soy una buena persona, pero cuando me hacen algo malo, me pongo como una fiera”. Yo intento hacerles ver, que esa fiera que salta de dentro de ellos mismos cuando los han ofendido o atacado de algún modo, es el verdadero rostro de su cuerpo emocional. Intento llevarlos a que domen esa fiera que llevan dentro, porque se puede domar. El ejercicio del bien, ese ejercicio impuesto desde la mente racional, nos lleva a purificar y embellecer nuestro cuerpo emocional.
Cada persona es un mundo, y cada uno de nosotros, sabemos la naturaleza de la “fiera” que nos ha tocado domar. Pero lo importante es empezar ya mismo este largo proceso de doma, que nos tomará muchas existencias. Pero cuando antes se empiece, antes conseguiremos nuestros objetivos. Claro, no es nada sencillo este trabajo. El punto de llegada, según plantean los maestros de sabiduría es la ausencia total de deseos, pero este punto de llegada nos puede parecer ahora mismo, hasta absurdo, descabellado. No somos capaces de imaginar la vida renunciando a nuestro cuerpo emocional. Sí es posible renunciar a él, o por lo menos, purificarlo lo suficiente hasta el punto, que las obras de amor y de altruismo nazcan de ese vehículo emocional, y no procedan de nuestra conciencia racional. Ese día, en que hacer el bien nos haga vibrar, ese día habremos descubierto la felicidad, la única posible en la tierra, pues dicen los maestros de sabiduría, que en la tierra sólo pueden ser felices aquellas personas que sientan felicidad amando al prójimo, ayudando al prójimo. Nadie que coloque su felicidad en darle placeres al cuerpo físico, (y noten que la humanidad ordinaria, se pasa la vida haciendo esto constantemente, y de hecho entienden la felicidad como esto) podrá ser verdaderamente feliz. Vivirá sólo momentos felices, instantes de felicidad que siempre se romperán en sus manos como pompas de jabón. Hay algunos que aseveran que esa es la felicidad, que no hay otra felicidad en la tierra que estos momentos de felicidad que nos prodigamos, pero no es así. Existe un estado de felicidad perenne que nace de la educación de los vehículos emocional y mental. Y bueno, una idea importantísima en todo este camino de crecimiento y purificación humana, es alcanzar la certeza de que somos mucho más que nuestro cuerpo físico. Cultivar esta idea, nos genera frutos maravillosos. Una vez bien plantada en nuestra mente, comprobamos que la oscuridad de la noche de nuestra vida, se convierte en claridad, en seguridad, en paz para el alma.
Otro elemento que debemos tener en cuenta es que nuestras emociones, al igual que nuestros pensamientos, influyen directamente sobre las personas que nos rodean. Un fenómeno muy interesante resulta comprobar que cada raza, cada cultura, ha desarrollado una serie de ideas y de emociones determinadas y propias de su devenir histórico. Pues bien, cuando visitamos un país de cultura diferente a la nuestra, sentimos (las personas con algún nivel de desarrollo sensorial) la influencia rara de esas ideas y emociones sobre nosotros. A esto también le llaman el “inconsciente colectivo”, o la conciencia colectiva. Esto es muy real. Nuestros vehículos emocional y mental, están expuestos a la influencia externa de las ideas y las emociones de los demás. Dicho esto podemos inferir que es necesario que seamos responsables de lo que sentimos y de lo que pensamos. Sentir positivamente y pensar positivamente, es una de las maneras que tenemos de hacer mejor la vida en este planeta, y de hacer mejor a la humanidad. Ojalá que los que lean este texto, comprendan la necesidad de juntarnos todos en el empeño de lanzar al mundo una energía mental y emocional de amor, de paz, de solidaridad, etc. y claro está, impedir que de nosotros salgan los odios, las envidias, los orgullos, la codicia, los celos, los deseos de venganza, los deseos de muertes para nuestros semejantes, etc.
Muchas veces deseamos cosas malas para los demás, sin saber que nuestros pensamientos y emociones son una fuerza. A nosotros nos toca hacer que esa fuerza que sale de nuestro interior, sea buena o mala. De hecho hay personas de mala alma, de poca evolución espiritual, que al enterarse del poder de sus mentes y sus emociones, se han dedicado a generar mal, en vez de convertirse en soldados del bien.
Es muy importante que se sepa que cuando vibramos positivamente, atraemos hacia nosotros tanto la positividad del ambiente, como a aquellas personas que vibran de este mismo modo. Por eso es que notamos los efectos beneficiosos de nuestros esfuerzos en ese sentido.
A veces pasa que nos sorprendemos pensando cosas malas. Pongamos un ejemplo, entramos a un supermercado, y por un instante pensamos en la posibilidad de robar alguna cosa. Esa idea está en el aire. Es una emoción que alguien fabricó allí dentro y la dejó flotando en el aire (es una manera de decir, pues las emociones pululan dentro del plano astral y no del físico). Entonces pasamos nosotros y nos ponemos en sintonía con esa emoción. En dependencia de la evolución de la persona, puede que esa emoción se convierta en nosotros en un pensamiento y terminemos realizando la acción, y puede que esa idea esté tan alejada de nuestra mentalidad, que no nos influya en lo más mínimo. Esto es sólo un ejemplo, pero lo que acabo de ejemplificar nos pasa constantemente. Lo peor es cuando personas débiles y que vibran de manera muy negativa, llevan incluso, a matar a otras personas. Muchas veces, al interrogar a los asesinos, ellos mismos reconocen que estaban como poseídos, como fuera de sí. Y algunos reconocen que se equivocaron. No todos, pues la idea de matar, puede nacer de nosotros mismos, pero muchas veces hay influencias negativas en el ambiente que pueden hacer que actuemos de un modo u otro. Por eso es importante que seamos concientes de todo lo que podemos hacer desde nuestra mente y nuestro vehículo emocional por hacer del nuestro, un mundo mejor.
Dicen los maestros de sabiduría que cuando sintamos la presencia de una emoción negativa, un deseo que sabemos que no es bueno, digamos: “Ese que en mí desea, no soy yo”. Siendo conscientes de que nuestro verdadero YO, es algo mucho más esencial y profundo que nuestro vehículo emocional, y que aún despojados de él, seguiríamos siendo nosotros, de igual modo que la muerte física no acaba con lo que somos. Además, siendo conscientes de que esas ideas no tienen necesariamente que ser fruto de nuestro vehículo emocional, todo se hace más fácil a la hora de apartarlo de nosotros.
Todo es un proceso evolutivo que por lo necesario que es, deberíamos emprender desde ya. El primer paso es analizarse a sí mismo. Escudriñar en nuestras emociones y nuestros pensamientos para saber en qué punto del camino estamos. De ahí la sabia expresión: CONÓCETE A TI MISMO.
Termino aquí esta reflexión sobre este tema, y espero que no sea la última. Ojalá que algunas de estas ideas vertidas les sean de utilidad al menos para sus propias meditaciones. Un abrazo de todo corazón.

TADEO