sábado, 31 de enero de 2009

LA MUERTE Y YO

LA MUERTE Y YO

LA CASA DE LOS VIDENTES

Estaba en tercer año de la licenciatura en Historia, cuando empecé a realizar entrevistas para mi trabajo de diploma, el cual llevaría por título EL ESPIRITISMO EN CUBA. Pasaron por delante de mí muchos personajes interesantes y curiosos: brujos, chamanes, adivinos, espiritistas y religiosos de todas las calañas y denominaciones.

Hoy quiero hablarles de lo que me sucedió en una de esas entrevistas.

Llamé a la puerta de Alfredo Durán Áreas, por entonces, presidente del Consejo Supremo Espiritista de Cuba. Estaba ante un gran vidente y una persona muy curiosa, porque te miraba con sus ojos escrutadores, y parecía que ya no tenías que decirle absolutamente nada sobre tu persona porque él ya lo sabía todo. Se reía de un modo muy sutil, y sus ojos parecían inyectados de información, como si en vez de escucharme a mí, le prestara más atención a los espíritus que me acompañaban.
Me dijo:
-Sé que vienes a mi casa buscando información para escribir un libro. Me están diciendo mis espíritus que va a ser una obra muy importante para tu vida, y me están diciendo que te ayude, que eres una buena persona.

Durán no tuvo reparo en responder a todas mis preguntas. La verdad es que guardo un recuerdo muy hermoso de él. Allí también estaba su señora esposa, una muy buena vidente también, la cual de vez en cuando pasaba por allí a vaticinarme cosas, en medio de las pausas que se iban dando en la conversación entre su marido y yo.

Él no sólo me hablaba de lo que yo le preguntaba, sino que también me decía lo que sus muertos le decían que me dijera:
-¿Tú has ido a España alguna vez?
-No, le respondí. Ni siquiera pienso ir, pues no tengo familia allí ni nada que se le parezca.
-Tú vas a ir a España, dijo con seguridad. Allí te sentirás como en casa porque ya tú viviste allí en una vida anterior. Tú vivirás allí porque te casarás con una muchacha española. Fíjate, lo que te estoy diciendo. No vivirás en Madrid, lo harás en un sitio más pequeño, que tiene montes y en esos montes hay unas casitas con techos a dos aguas.
Yo escuchaba todo aquello, pero no le daba la menor credibilidad. Además, mi interés era recoger la información que necesitaba y nada más.

En un momento en que Durán se fue a la cocina a hacer café, y su esposa subió a la azotea de la casa a tender la ropa recién salida de la lavadora, me dieron a mí la tarea de ocuparme de su pequeño hijo.
Aquel niño tenía unos 8 o 9 años. Su padre me dijo:
-Vigílalo un segundo, que enseguida regreso. Voy a hacerte un poco de café.
También me advirtió que el pequeño había heredado de sus padres el poder de la adivinación y la videncia.
Como para no hacer quedar mal al padre, aquel mocoso se me quedó mirando con ojos brillantes y carita de pillo y me dijo:
-Tú estás muerto.
-Yo, sin perder la compostura y creyendo saber de qué hablaba él, le pregunté:
-¿Por qué dices que estoy muerto?
-Porque estás lleno de sangre.
-¿Por dónde tengo la sangre?
-Por todo el cuerpo.
-Pues escucha lo que te voy a decir. Yo estoy vivo.
A lo que el pequeño respondió entre risas:
-Noooo, tú estás muerto, tú estás muerto¡¡¡¡

En ese mismo instante, el pequeño puso el pie sobre su patinete y se dio una caía de impresión, rompiéndose la cabeza. Comenzó a sangrar copiosamente, y yo, asustado, llamé a sus padres que enseguida lo socorrieron y se lo llevaron para el hospital.

-Tendrás que marcharte, pues ya ves lo que ha sucedido, me dijo Durán.
Pero antes de marcharme le comenté lo que el niño me acababa de decir. Entonces dijo él, es que el pequeño ha recogido una energía de muerte y de sangre que traes contigo.

LA CONSULTA DEL BABALAO

Por aquellos días, mi profesora de religión, tuvo la brillante idea de invitar a nuestra clase, en la Universidad de la Habana, a un sacerdote de Ifá, o Babalao, algo así como un maestro de la adivinación, propia de la religión afrocubana conocida como Santería. La profesora pensó que nadie como un creyente para que nos explicara todo ese mundo.

El babalao nos estuvo explicando todo lo referente a su religión y nos dijo que si alguno de nosotros deseaba consultarse con él, podía ir por su casa. Nos dio la dirección y allí estaba yo al día siguiente.

No voy a revelar todo lo que me dijo, sólo me referiré a una de sus visiones.

Me dijo:
-Tadeo, ¿tú te mueves en ambientes de personas agresivas, delincuentes, gente problemática?
-No, le respondí. Mi mundo es muy tranquilo. Vivo entre libros.
-Bueno, te lo diré porque lo estoy viendo aquí, pero no te asustes. Aquí estoy viendo una herida de arma blanca en la zona del bajo vientre.
-No se preocupe, le dije yo. Sé bien qué es lo que usted está viendo.

EL PUÑAL DE LA ESPAÑOLA

A mi esposa española la conocí por correspondencia. Nos estuvimos carteando durante dos años antes de vernos personalmente. En una ocasión, ella me envió un paquetito con una amiga que iba a visitar Cuba.
Dentro de la caja que me entregaron, venía un puñal. Ante aquel regalo tan peculiar, me quedé un poco sorprendido, así que decidí preguntarle a ella:
-Julia, ¿por qué me has enviado un puñal?
-No lo sé, fue su respuesta.
Pero unos días después, hablando con los espíritus protectores de mi casa, uno de ellos me dijo.
-Tadeo, ese puñal que has recibido no es para ti. Nosotros lo hemos mandado a pedir porque lo necesitamos para “amarrarlo” aquí, para cuando tú te vayas a vivir a España, no vuelvas a encontrar la muerte, como ya te sucedió en tu encarnación anterior.

ACERCA DE MI MUERTE

Si ya han leído mi post anterior, sabrán que en mi vida pasada decidí irme a América en busca de una mujer de la que me había enamorado. Así fue, atravesé el océano sin saber que del otro lado me esperaba la muerte.

Aquella india que amaba estaba dispuesta a dejarlo todo por mí, como había hecho yo por ella, pero en esas tribus, cada mujer desde su nacimiento, tiene destinado un hombre con quien debe casarse, y esa persona estaba celosa de mí y no estaba dispuesto a perder a su chica.

Una noche esos indios me llamaron a hablar a un sitio apartado. Me sujetaron entre varios y me clavaron un puñal en la zona del bajo vientre. Quedé allí tendido en un charco de sangre. Fin de la historia.

EL INDIO QUE ME MATÓ

Si alguna vez han tenido la idea de matar a otra persona, escuchen atentamente este relato, pues quizás le puedan dar las pautas de lo que les puede pasar.
No hay energía más fuerte que el amor. Así que yo he regresado a la tierra en una nueva encarnación y la india que amé y que me amó en el pasado, es hoy mi esposa. Con esto quiero decir que un amor puro y sincero, no puede ser destruido por la muerte. Nadie podrá retener por la fuerza, y menos con violencia, a un alma que ha decidido amar a otro.

Una tarde llegué a mi casa después de terminar mi jornada laboral y me encontré en mi habitación una gran mochila. Le pregunté a mi madre, y me dijo que había llegado a casa una mujer italiana preguntando por mí. Dijo que se estaba duchando. Y con la sabiduría de vieja espiritista de mi madre me dijo:
-Esa mujer es un indio.

Ella no sabía nada, pero había llegado a mi casa revelando a todos allí, quién había sido ella en su vida pasada.
Cuando salió de la ducha, conversamos. Me dijo que una amiga mía que había encontrado por “casualidad” en la estación de autobuses de la Habana le había dado mi dirección.

Esa noche salimos a dar un paseo. Recuerdo que nos sentamos en un parque y en algún momento de la conversación yo miré a lo lejos un instante, y cuando volví mis ojos a ella, ya no la vi, vi a un indio fuerte, corpulento, con un tocado de plumas en la cabeza.

No me sorprendí, pues tengo mucha sangre fría para estas cosas.
Aquella noche dormimos en la misma habitación, aunque en camas separadas. Como a las 3 de la madrugada, ella se despertó gritando. Encendí las luces y fui a ver qué le sucedía. Estaba sobresaltada. Dijo que había tenido una pesadilla en la que mataban a una persona y que su sangre le caía encima. Estaba claro. Yo no le dije nada, pero aquella mujer en su vida pasada había sido hombre, y había participado en mi matanza. Tal vez simplemente cumplía órdenes, pero lo cierto es que probablemente, introdujo su puñal en mis carnes, y por eso, el eco de la sangre la traía de nuevo a mí.


Se quedó en mi casa como una semana, y curiosamente, hizo más amistad con mis padres que conmigo.

El día que se marchó, mientras preparaba su equipaje, la vi sacar una flauta india típica de los indios americanos. Entonces le pregunté:
¿Qué hace una italiana con una flauta india?
-Pues mira, el mundo de los indios me gusta mucho, así que siempre la llevo conmigo.

Entonces se puso a tocarla delante de mí inundando con aquel sonido dulce y ancestral toda la estancia. Creo que mi madre vino también a verla tocar, y nosotros entre risas nos guiñábamos los ojos, y ella también sonreía, pero nunca llegó a entender lo que en ese instante estaba pasando por las cabeza de todos nosotros.

TADEO

viernes, 30 de enero de 2009

SUEÑOS REPETIDOS


SUEÑOS REPETIDOS

Todos los que hemos leído el libro “El Alquimista” de Paulo Coelho, sabemos de la importancia que tiene en el plano espiritual los sueños repetidos. Por lo general, nos brindan una información valiosa para nuestra vida presente, nos muestra una clave que debemos descifrar para disfrutar las mieles del autoconocimiento.

Supongo que habrá sueños repetidos de todos los tipos. En mi caso, les hablaré de mi gran sueño repetido, ese que creo más significativo en mi vida, pues luego tengo otros que también se me repiten, pero son esos sueños en los que me veo paseando por diferentes ciudades, o en los que me veo en la parte superior de un campanario mirando la ciudad desde arriba, o en azoteas, etc. Ahora que lo pienso, tengo muchos sueños en los que me veo mirando el mundo desde arriba, casi siempre en ciudades, más que en espacios naturales.

Pero este sueño del que quiero hablarles es uno que apareció muy pronto en mi vida, siendo yo un niño. Me veía sentado frente al mar en un risco. Yo estaba muy triste, muy pensativo, y veía caer la tarde. Al anochecer, me ponía en pie y me dirigía a un palacio que estaba allí mismo. Una vez dentro, había allí una fiesta. Todo estaba lleno de personas vestidas lujosamente. Yo también estaba vestido así. Aquel sitio era como mi casa. Todo lo que allí ocurría me resultaba ajeno. No tenía ganas ni ánimos para fiestas. Subía unas escaleras que daban a mis aposentos, y fin del cuento.

Tantas y tantas veces soñaba esto mismo, que ya me daba gracia soñarlo. Tuve muchos años para meditar sobre esto. Así que conseguí sacarle información a todo lo que veía. De alguna manera, en mi fuero interno, sabía que aquel señor europeo y de clase noble, era yo. Así que suponía que se trataba de un sueño que me mostraba un pasaje de mi vida pasada.

Sabía además, que aquel lugar no se encontraba en Cuba. Las playas caribeñas son inconfundibles, y aquel mar de mis sueños no era de mi país. Por las ropas que llevábamos, parecía que aquel sueño transcurría tal vez, en el siglo XVIII. Una vez me dijo un espíritu, que yo había sido marqués, así que este es otro dato a sumarle a esta historia.

Sumando datos y datos, sacados de conversaciones que iba teniendo con videntes, con espíritus y sacando información de mis propios sueños fui armando la posible historia de mi vida.

Al parecer, en aquella encarnación pasada, realicé un viaje a territorios americanos. Estuve en un lugar que se encuentra en el actual norte de México o sur de Estados Unidos. Al parecer, en ese sitio, conocí a una muchacha perteneciente a una tribu india, y me enamoré de ella.

A mi regreso a casa, mis días se hacían grises. Estaba triste, echaba de menos a aquella chica. Me sentaba frente al mar mirando al horizonte para recordarla, para sentirme más cerca de ella.

Esa noche en que regresé a palacio, al parecer, había tomado la decisión de mi vida. Regresaría a por ella. Tal decisión sería tal vez, la más importante de mi vida. Renunciar a todo por amor, es algo que en los planos espirituales tiene un valor incalculable. Fue como salir victorioso de un examen trascendental en mi vida.

En esta vida, me he casado con una mujer que tiene la casa llena de libros que hablan de indios americanos. Dice que le encanta ese mundo, y dice que en sus sueños se ve en una tribu, vestida como una india y hablando con el reflejo de la luna sobre las aguas del río.

TADEO

sábado, 24 de enero de 2009

ALMAS GEMELAS

ALMAS GEMELAS

Difícilmente alguno de nosotros no conozca el término Almas Gemelas. Esta expresión nos hace pensar en la existencia de un ser físico que vendría siendo nuestra justa mitad en todos los sentidos.

Está claro que al mirar nuestro cuerpo, nos vemos perfectamente como una unidad, por tanto, si existe una mitad de nosotros, esa mitad no tiene que ver con el cuerpo físico, sino con nuestros cuerpos espirituales.

Quizás debamos volver al inicio de todo, al Big Bang, a esa gran explosión que hizo aparecer todo lo que existe. La ciencia habla de la explosión de la antimateria, y los místicos hablan de la explosión de Dios, de la explosión del espíritu puro, o simplemente de la manifestación de Dios, porque dicen que Dios no creó nada diferente de él mismo, simplemente se manifestó.

Algunas religiones orientales como el budismo, comparan estos ciclos infinitos de la sustancia, en la que todo fluye del espíritu a la materia, y luego, de la materia al espíritu en un ciclo constante e infinito, como el ciclo respiratorio de todo ser. Dicen que cuando Dios inspira, destruye todo lo que existe, y cuando Dios expira, construye todo lo que existe.

Pero volvamos a las almas gemelas. Al parecer, la gran explosión nos fue desgajando de esas unidades colectivas a las que pertenecíamos, y llegó un momento en que quedamos incluso, divididos a la mitad y esa mitad que perdimos, lo mismo que la mitad que somos, dieron origen a dos seres predestinados a unirse en cuanto el ciclo que los separó, comience su movimiento inverso.

Una vez separados de nuestro otro yo, eso que somos, que no es más que un cuerpo monádico, se va recubriendo de diferentes cuerpos, como el cuerpo átmico, el cuerpo búdico, el cuerpo mental, el cuerpo astral o emocional, y finalmente el cuerpo físico. Otro tanto le ocurre a nuestra alma gemela.

En esas condiciones, recubiertos de todas esas ropas o armaduras, nacemos en el plano físico. Hay una imagen que a mí me gusta mucho que dice que un ser encarnado, es decir, un ser humano que ha nacido en la tierra, tiene delante de sus ojos 49 velos que le impiden ver a Dios. Así, cegados venimos a la tierra.

Algo dentro de nosotros nos hace buscar nuestra alma gemela. Pero lo curioso es que muchas veces ni siquiera somos conscientes de esa búsqueda. Lo primero que hacemos es procurar sobrevivir en un mundo tan hostil.

Pensemos en el largo camino que ha transitado el ser humano para establecerse en el planeta e irse desarrollado, ir desarrollando su mente y sus emociones. Esa fuerza del amor siempre estuvo en nosotros, sólo que con el tiempo, la manera de manifestarlo se fue haciendo menos animal y salvaje, para llegar al punto en el que estamos hoy, y seguiremos evolucionando y progresando hacia formas de amor más sublimes.

Dicen los que saben, que entre las almas gemelas se da una fuerza de atracción tan fuerte, que es prácticamente imposible que estos dos seres no se encuentren a lo largo de sus vidas. Y tan fuerte es esta fuerza, que podríamos llamarla AMOR, que secretamente estos seres se atraen a la vida y nacen juntos y cerca uno del otro.

Lo que sucede es que los seres humanos necesitan aprender en la tierra muchas lecciones, y entre ellas, necesitan aprender la lección del perdón. Perdonar es la otra cara de la moneda del Amar. Son caras de una misma moneda. A veces no hay manera más bella de amar, que perdonar.

El problema está en que nuestra alma gemela, no nos da la posibilidad de aprender esta lección, y como es algo que necesitamos aprender para adelantar en el camino de la purificación espiritual, los seres espirituales que nos acompañan, los maestros que se ocupan de nuestra educación espiritual, nos mantienen lejos de nuestra alma gemela, y por el contrario, nos empujan hacia la vida de otros seres.

¿Hacía qué seres nos empujan? Pues nos empujan hacia esos seres cuya manera de ser y grado evolutivo nos puede llevar a evolucionar aprendiendo la lección del perdón. Eso sí, para perdonar, tienen que hacerte algo malo que te duela, para que entonces tú demuestres que sabes de veras hacerlo.

Esta lección del perdón, no sólo nos la imponen en el plano de la pareja, nos la imponen en todos los ámbitos de nuestra vida. Tenemos que aprender a amar y a perdonar al prójimo en sentido general.

Si imaginamos que la vida en la tierra es como un colegio, deberíamos tener en cuanta que aprender a amar, es el 50% de nuestras asignaturas, y aprender a perdonar, es el otro 50% restante.

Las pruebas de perdón son tal vez las más duras, las que más suspendemos los humanos. Es un examen que viene escrito sobre un pergamino de dolor. Los humanos no sabemos lo beneficioso que es el dolor, por eso huimos tanto de él.

Llega un momento en que la propia maduración del alma nos lleva a usar por fin las armas de la disciplina y el sacrificio para enfrentarnos al dolor del examen que nos tiene que enseñar el camino del perdón.

Muchos seres humanos decimos que Dios no existe, o que Dios es malo porque nos da mucho dolor. La verdad es que si fuéramos más aplicados y nos enfrentáramos con valentía a este examen y aprobáramos por fin el examen del perdón, entonces Dios no nos pondría delante tantas veces el mismo examen.

Una vez, los discípulos de Jesús de Nazaret le pidieron una oración, y él les dio el Padre Nuestro, que es la oración del amor y el perdón. Muchos no se dan cuenta del peso que pone Jesús en sus palabras referidas al perdón.

“Y perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.
Porque si perdonareis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial, mas, si no perdonareis a los hombres sus ofensas, tampoco os perdonará vuestro Padre Celestial”.

En medio de todo esto está el alma gemela. Este ser actúa en nuestras vidas como una medicina. Cuando el alma ha sufrido mucho, el alma gemela se acerca a poner amor en nuestro cuerpo espiritual lacerado. La persona disfruta con esa cercanía y se siente feliz.

Pero casi nunca se queda el alma gemela. ¿ Por qué? Pues porque quedarse con el alma gemela para siempre, significaría no aprender la otra cara de la moneda del amor, que es el perdón. Muchas veces nos extrañamos de ver cómo la misma vida nos aleja de esas personas tan afines, sin que la voluntad ni del uno ni del otro medie para nada.

A veces, incluso, nos encaprichamos con atrapar a nuestra alma gemela, y entonces la vida nos la aleja incluso con más fuerza, o reaparece en nuestras vidas cuando ya estamos emparejados con otra persona.

Lo más curioso es que existen fuerzas espirituales muy poderosas que nos lanzan en brazos, no de nuestra alma gemela, sino de ese ser que es el mejor lugar para nosotros para que pasemos el examen del dolor y del perdón. Es tan grande esa fuerza, que nos lanzamos al matrimonio convencidos de que es sin dudas, nuestro destino hacerlo, y es cierto, es el destino.

Ahora bien, que sea nuestro destino, no significa que esa persona tenga que ser nuestra alma gemela, ni que nos sufriremos al lado de esa persona. Todo lo contrario. Pronto vendrá el examen del dolor, y pronto uno tendrá que demostrar que sabe perdonar.

Por otra parte el perdón es como la matemática, que lo hay de “primer grado” y lo hay también de “universidad”. Hay cosas muy fáciles de perdonar, pero hay cosas muy difíciles de perdonar. Pero uno debe llegar a amar siempre y a perdonar siempre. Cuando ya somos capaces de eso, entonces nos entregarán nuestro diploma con honores y no tendremos que regresar más a la tierra. Mientras tanto, seguimos todos aquí pasando por el “maldito” examen del dolor. Siempre hay algo que no podemos perdonar, y ahí es donde nos suspenden.

Nótese también, que con el tiempo, la sociedad va avanzando y nos va ayudando a perdonar cosas que hace unos años, nos hubiera sido más difícil de perdonar. Por ejemplo, perdonar a un hijo que ha decidido manifestar abiertamente su homosexualidad. La lógica del pensamiento social y colectivo, nos irá ayudando a perdonar o aceptar cada vez con más facilidad este tipo de cosas.

Nuestra alma gemela estará más cerca de nosotros, mientras más dóciles seamos a la ley de Dios, y la ley de Dios dice que tenemos que preocuparnos por nuestro aprendizaje. Si aceptamos con resignación nuestro “camino estudiantil”, el alma gemela podrá estar ahí cerca para hacernos el tránsito más dulce y llevadero.

A lo largo de nuestras vidas sucesivas, el alma gemela se va acercando más y más, y llegará un momento en que será nuestra pareja. Pero para eso, necesitamos aprobar el examen que ya les he dicho, y no solo ese examen, sino todos los que nos van poniendo nuestros maestros. La unión en la tierra con nuestra alma gemela, esta vez sí por fin, viene siendo como la fiesta de fin de carrera.

TADEO

viernes, 16 de enero de 2009

EL CUERPO HUMANO

EL CUERPO HUMANO

Si escuchamos a alguien decir: CUERPO HUMANO, seguramente se nos vendrá a la cabeza la consabida estructura de carne, hueso y demás fluídos que podemos dividir en: cabeza, tronco, extremidades.
¿Y si nuestro cuerpo fuera más que esto?
Estoy convencido de que habrá mucha gente a quien esta idea le suene rara y extravagante, pero tal vez no diste mucho de la verdad.

La totalidad de las religiones orientales e incluso otras, muchas de las filosofías que ha parido el hombre, entienden que existe, ya sea de manera objetiva o subjetiva, algo más allá que nuestro cuerpo físico.
Incluso, existen personas ateas y materialistas que reconocen que cuando una persona muere, se queda viviendo en nuestro recuerdo, nos deja algo. Y si estaríamos hablando, por ejemplo, de un escritor, a través de su obra es como si esa persona siguiera viviendo entre nosotros.

Voy a mencionar por ejemplo, a Aristóteles. ¿Cómo es posible que un señor que vivió hace 2400 años, todavía lo conozca tanta gente y tanta gente hable de él como alguien tan cercano? Desde luego, parece ser que de este señor se seguirá hablando en el mundo por los siglos de los siglos. Entonces de algún modo es como si no hubiera muerto y como si no morirá jamás.

Algo parecido nos pasa con Miguel de Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Federico García Lorca, Pablo Neruda y muchos otros. Son seres que nos acompañan y que nos acompañarán siempre porque su obra forma parte del acervo cultural de la humanidad.

Ahora bien, existen ciertas corrientes de pensamiento que creen en la existencia de otros cuerpos humanos, es decir, que creen en que después de la muerte del cuerpo físico, algo de nosotros sobrevive. Peor aún, creen que eso que sobrevive no es una mínima porción de lo que somos, sino que eso que sobrevive es igual a 5 veces lo que hemos perdido.

Algunas escuelas de pensamiento como el budismo, o el hinduismo o el ocultismo, entienden que una vez desaparecido el cuerpo físico, el ser pasa a habitar un mundo inmaterial conocido como plano astral, que sería ese plano a donde vamos cuando dormimos, soñemos o no.

Según ellos, eso que somos, está compuesto por el vehículo astral que de alguna manera nos contiene, pero también seguimos conservando nuestra mente (cuerpo mental) y conservamos igualmente nuestro cuerpo causal conformado por otros 3 sutilísimos cuerpos que son a saber (el cuerpo búdico, el cuerpo átmico, y el cuerpo monádico).

Al parecer, y según plantean ellos, todos los seres humanos, que nacimos del Big Bang, esa gran explosión de la cual surgió todo lo creado, iremos regresando a ese estado inmaterial, y que para ello, pasaremos por un proceso en el cual iremos perdiendo sucesivamente nuestros cuerpos.

Primero, se pierde el cuerpo físico, pero antes de perderlo para siempre, naceremos y moriremos muchas veces hasta que eso que somos, sea compatible con el plano astral.

¿Por qué no somos compatibles con el plano astral? Pues porque nuestras emociones y pensamientos nos atan mucho al plano de la tierra. Si todo lo que pensamos y todo lo que nos hace emocionar, está relacionado con los placeres relacionados con el cuerpo físico, entiéndase: comer, dormir, tener sexo, tener casas, coches, dinero, bailar, divertirse, beber, drogarse, tener poder terrenal, es lógico que al llegar al mundo de los espíritus, todas esas emociones y pensamientos nos empujen hacia allí donde tienen su origen, que es la tierra.

Habrá algunos que dirán: Qué bien, pues a disfrutar de lo mundano, y así nos garantizamos regresar siempre a la tierra. Es lógico pensar así, pero sólo desde la tierra. Cuando se ha experimentado la belleza y la maravilla del mundo celestial (por llamarlo de algún modo) los placeres de la tierra dejan de tener interés.

Por ejemplo, para las personas más apegadas a lo material, pocas cosas son tan sublimes en este mundo como el sexo. Nos parece la unión perfecta llena de gozo y placer. Pues bien, cuando uno pasa a esos planos, encuentra que puede unirse con el ser amado en un tipo de unión no conocida para los humanos, es una unión perfecta donde las dos esencias se mezclan y uno deja de ser quien es para ser uno con el otro. Puede que aún en vida el sexo que tenemos, nos deje la reminiscencia de ese otro tipo de "acto sexual" que para los mortales está vedado, por nuestras limitaciones corporales.

Otra cosa que descubrimos con asombro cuando abandonamos este planeta, es que allí nos sentimos más en casa que aquí en la tierra. Es como si viniéramos a la tierra de vacaciones, que te lo puedes pasar muy bien, pero no vas a querer vivir allí para siempre, deseas al final volver a lo tuyo. Los espíritus una vez que han perdido el cuerpo físico, experimentan ese placer de volver a la libertad, tras la prisión de haber tenido que vivir metidos en un cuerpo físico.

Otra cosa interesante que debemos saber es que como promedio, el ciclo reencarnatorio es de 144 años, es decir, que como promedio, venimos de nuevo a la tierra pasados estos años. Esto no es algo que se cumpla en todos. Por ejemplo, se dan los casos de personas que nacieron en una ciudad determinada, y recuerda que hace 30 años ellos vivían en otro sitio y eran otras personas, y se puede comprobar que sí, que efectivamente esas personas existieron realmente, y vemos como estas personas puedes recordar con exactitud todos los detalles de su vida anterior.

Otros, por lo general, tenemos menos reminiscencias de nuestro pasado, sobre todo cuando se trata de seres que como mi madre, por ejemplo, vino a la tierra en el siglo XIV, por allá por el 1300 de Cristo, y no ha regresado hasta el año de 1940. Esto también es posible, en función de lo bien o mal que hayas aprovechado tu encarnación.

Por ejemplo, imaginemos que la tierra es un colegio. Cuando naces tienes 100 asignaturas que aprobar, 100 materias que aprender y superar. Puede que en tu primera venida, consigas superar 5 de esas materias y te quedan 95. Bueno, tendrás que venir de nuevo para superar esas otras que te van quedando. Puede que otra persona, en cambio, en esa vez que vino, sacó 40 de las asignaturas y se dejó 60. Bueno, a esta persona puede que lo premien con más tiempo en el mundo de los espíritus. De ahí que unos vengan cada menos tiempo, y otros, cada más tiempo, aunque la realidad es que los espíritus quieren venir muchas veces para adelantar y aprovechar el tiempo y "graduarse" cuanto antes.

Estando vivos no somos conscientes de ello, pero cuando estamos desencarnados (no siempre, pero sí en muchos casos) los espíritus entienden que el planeta tierra es también un ser vivo que perderá en su momento su cuerpo físico, y pasará a ser un planeta astral.

Hasta el propio Jesús dijo en la Biblia: “Pobres de los que aún estén en la tierra en ese día”. Es decir, lo mejor, lo ideal es que el día en que la tierra desaparezca, el día que todo estalle, ya nosotros podamos verlo desde los planos espirituales. Esos seres más rezagados morirán y saldrán de la vida de una manera bastante dura, y como los tiempos habrán cambiado, y ellos no serán compatibles con el nuevo planeta tierra astral, tendrán que pasar a vivir sus vidas y a seguir su adelantamiento en mundos o planetas menos evolucionados que la tierra, es sí, posiblemente llegarán a reinar allí porque serán tal vez, los seres más evolucionados de esos mundos involucionados.

Pero la realidad es que lo aconsejable (si es que se nos antoja, pues todos somos libres de hacer lo que se nos venga en gana) es vencer todas las "asignaturas" para no regresar más a la tierra, o en todo caso, venir a voluntad, como hacen los grandes seres, que vienen sólo por amor a la humanidad a ayudar a su progreso.

Por último, quiero hacer la siguiente reflexión. Si nuestro cuerpo físico es lo menos evolucionado y lo que más nos aleja de las realidades celestiales, ¿qué sentido tiene que dejemos que sus necesidades nos arrastren? ¿Qué sentido tiene que nos convirtamos a nosotros mismos en esclavos de nuestro cuerpo?

Llegará un día en que despertaremos de la ilusión de creer que eso que vemos en el espejo somos nosotros. Llegará un día en que cuando digamos YO, estaremos manifestando una expansión de conciencia donde estemos colocando a nuestro cuerpo físico en el lugar que le corresponde, que es subordinado a nuestro cuerpo causal, subordinado a nuestro cuerpo mental, y subordinado a nuestro cuerpo emocional.

Lo más sabio, de momento, en este estadio de desarrollo en el que estamos, es seguir el ejemplo del filósofo Renato Descartes cuando dijo: “Pienso, luego existo”. Esta frase engloba una gran sabiduría, y es que él no subordinaba el existir a tener un cuerpo físico, más bien a tener un cuerpo mental.

Desde la mente podríamos educar nuestra propia mente. Embellecerla con conocimiento, con cosas útiles, con ideas que nos ayuden a ser mejores personas, personas más capaces de amar y de ser útiles. Esas ideas maravillosas son por ejemplo, esas que nos dejaron los grandes pensadores o maestros de sabiduría como esto que dice:
“Ama a tu prójimo como a ti mismo, y no desees para tu prójimo lo que no deseas para ti mismo”

He aquí una idea que si nos montamos en ella, nos puede llevar muy pero que muy lejos en muy poco tiempo. Pensemos en ella, y veremos que cumplirla, nos puede llevar toda nuestra existencia. Pero puede hacer que aprobemos muchas de esas "asignaturas" de las que yo les hablaba, y puede garantizar que veamos la gran explosión del planeta ya libres de la atadura terrestre y estando listos para habitar esa nueva tierra donde el cuerpo más atrasado de las personas no será ya el cuerpo físico, sino el cuerpo emocional.

En esa nueva tierra astral aún existirá la muerte, pero morir no será perder el cuerpo físico, sino perder el cuerpo emocional. Pero desde luego, será esa una existencia mucho más celestial que esta que conocemos hoy.

Si somos lo suficientemente evolucionados como para comprender esto que digo, meditemos y observemos cada uno de nuestros cuerpos y pensemos en nuestros actos, y pensemos a cual de nuestros cuerpos favorece lo que estamos haciendo, a cual de nuestros cuerpos complace las cosas a las que le dedicamos el tiempo. Luego, no es que menospreciemos ninguno de ellos, pues todos son importantes y todos son nuestros, pero dediquémosle a cada uno el tiempo que requiere, en función de su grado de importancia.

Procuremos pensar en lo que seremos una vez que no tengamos cuerpo físico, y vivamos como lo que somos: seres eternos. La vida no termina cuando este cuerpo físico diga “basta”.

El que tenga oídos para oír, que oiga, y el que tenga vista para ver, que vea, como decía el maestro Jesús.


TADEO

lunes, 5 de enero de 2009

ACERCA DEL SUICIDIO

ACERCA DEL SUICIDIO

Hace unos días volví a encontrarme con alguien que me habló de su falta de interés por seguir viviendo. Me dijo que no había pedido venir a este mundo, y que le importaba poco que su vida finalizara en ese mismo instante. Dijo que había sido una persona muy desgraciada y que tal vez morir sería más que un problema, un alivio.

Sentí dolor y pena dentro de mi corazón. Me pregunto cuántas personas no habrá ahora mismo en el mundo con un pensamiento similar a éste. Estas cavilaciones me han llevado a escribir estas palabras sobre el suicidio con la fe de que puedan ser leídas por personas presas del desespero y de la falta de ilusión por la vida.

¿Alguno de ustedes ha contemplado alguna vez la opción del suicidio como solución a sus problemas? Tengo que reconocer que en mi caso la he contemplado. Cierto es que esto me pasó hace muchos años, cuando era un niño. Siendo un chiquillo, al sentir que los mayores no me hacían caso, pensé alguna vez que quitándome la vida, atraparía la atención de todos. Gracias a Dios, nunca llegué a poner en práctica este proyecto.

Con el tiempo, en la medida en que fue despertando en mí el hambre de conocimiento, pude hablar sobre el tema con muchos espíritus. Ellos le dan al tema del suicidio una importancia muy grande.

He visto a varios difuntos venir a la tierra preocupados al ver que algunos de sus familiares habían perdido el interés por la vida, después de sufrir males irreversibles, como la pérdida de la locomoción por ejemplo.

Aquella persona ya anciana, que había perdido la movilidad en sus extremidades, contemplaba en su mente la idea de marcharse de este mundo. Pero el espíritu de su madre vino a decirle que no lo hiciera.

Le estuvo explicando allí delante de todos nosotros que cuando una persona se quita la vida, reniega de una hermosa dádiva puesta en sus manos por el Padre Celestial, y que quitarse la vida, es considerada como una ofensa muy grande en los planos espirituales.

Al parecer, cuando uno muere de este modo, llega a un sitio donde no lo están esperando, y por eso no es recibido como lo hacen con esos que han abandonado la vida de manera natural.

Esos que eligen voluntariamente ausentarse, tienen luego que esperar a que le den su sitio allí en ese lugar, y por tanto, se condena a una existencia penosa que puede durar algunos años.

Lo peor es que quien se quita la vida, una vez cadáver, una vez fuera de su cuerpo, se da cuenta de que la vida no se acaba con el acto suicida cometido. Los problemas siguen ahí, y hasta se intensifican, porque al menos en la tierra, tenemos siempre la opción de enfrentarlos, pero ya en el nuevo estado, no nos queda otra que ponernos a la cola para venir de nuevo a la tierra a solucionar los problemas que ya teníamos, más este nuevo.

Suicidarse crea un gran problema, porque esa energía mental y emocional que se fabrica en el momento del suicidio, no desaparece. Sigue junto a nosotros, y eso hace que en la próxima encarnación, sintamos esos deseos de quitarnos la vida constantemente.

Hay muchas personas que se suicidan, porque ya en una vida pasada lo hicieron, y ante cada problema, la idea del suicidio reaparece. No es fácil luchar contra ella. Pero es necesario que esos seres atormentados por una idea que ellos mismos se echaron encima en su vida pasada, sean capaces de sobrevivir a ella. Así poco a poco, la van abandonando, pero es un trabajo duro y pesado para todo ser.

Pero como si esto fuera poco, el suicida sufre otro problema. Una vez en el plano de los espíritus, no se le puede acercar a sus familiares queridos, porque si lo hace, sus familiares vivos, pueden sentir también ese deseo de quitarse la vida.

Luego de explicar esto, invito a todos aquellos que puedan estar albergando ahora mismo la idea del suicidio, a desistir de hacerlo. Como ya he dicho, no hace más que agravar el problema, y la vida siempre pone delante otras salidas más inteligentes y menos dañinas, no sólo para su cuerpo físico, sino para el resto de sus cuerpos espirituales.

Nunca podré olvidar las palabras de aquella madre ya difunta, quien a través del cuerpo de un médium regañó a su hijo inválido diciéndole:

“Hijo mío, quita de tu cabeza esa idea. El suicidio es lo único que no perdona el Padre Celestial”.

Tadeo