jueves, 26 de marzo de 2009

MI AMIGA ALICIA


MI AMIGA ALICIA

Aunque todo parecía indicar que Alicia era una niña como cualquiera de su edad y de su entorno, pronto todos a su alrededor, familiares y amigos, empezaron a notar con asombro que aquella muchachita de ojos verdes, había nacido con un don especial.

Una mañana, su maestra de la escuela primaria, llevó a todos sus alumnos al museo de la ciudad. Allí les tenían preparadas algunas actividades para hacer más amena y educativa la estancia en aquel lugar.

Uno de los juegos que los promotores culturales del museo habían preparado, consistía en una gran caja decorada con colores llamativos. Dentro había un objeto perteneciente a la colección del museo, y los niños debían adivinar qué objeto era. Para ello, debían auxiliarse de preguntas tales cómo, los materiales usados para su fabricación, la utilidad del mismo, y todas las interrogantes que a los niños se les ocurriera.

Los pequeños ya se disponían a lanzar sus preguntas, cuando Alicia dijo a su maestra que ella sabía lo que había dentro de la caja. La maestra, incrédula, le preguntó:
-Qué es lo que hay dentro?
-Un reloj despertador, respondió ella.

Los trabajadores del museo se quedaron estupefactos. Efectivamente, era un reloj despertador.

Tal vez desde entonces, tras correr de boca en boca el cuento de lo que allí había sucedido, Alicia empezó a notar que la miraban diferente, y tal vez con el tiempo, ella fue descubriendo dentro de ella misma, que ciertamente tenía sus rarezas.

Como las piedras rodando se encuentran, allí estaba aquella muchacha de 19 años frente a mí. Nos miramos y no sé por qué nos sentamos a conversar. Creo que ella había escuchado hablar de mí. Desde entonces, Alicia y yo nos convertimos en los mejores amigos del mundo.

El aura de Alicia era brillante y hermoso. Era casi como un ángel descendido a la tierra, y lo mejor del caso es que ella se sentía rechazada y hasta atacada a veces por esas otras chicas que intentaban llamar la atención de los chicos y que sentían celos de que ella recibiera en el dormitorio, las visitas que las demás no conseguían.
-¿Es aquí donde vive Alicia?
-Sí, es aquí, respondían a veces de mala gana.



-La rarita, está ahí acostada.
-Pues por favor, dígale que salga, que quiero verla.

Durante años fui su confidente. Yo creía ver en ella esas cosas que casi nadie apreciaba, ni siquiera ella misma. Cuando le hablaba del mundo oculto, y de esas facultades que ella traía de vidas pasadas ya desarrolladas, ella se reía y no le daba demasiada importancia.
Yo me empeñaba en enseñarle ejercicios y técnicas para potenciar su poder mental y espiritual, pero ella no terminaba de creerse que estaba preparada para nada de aquello.

Sin embargo, sólo había que sentarse a hablar con ella para darse cuenta de que efectivamente, tenía esos poderes consigo. Aparte de la energía que brotaba de su ser, ella era capaz de leerte el pensamiento y de ese modo, charlábamos ella y yo, poniendo en palabras las cosas de la cotidianeidad, riéndonos y disfrutando del círculo mágico que se creaba entre los dos, pero al mismo tiempo, de una manera muy sutil, establecíamos un diálogo sin palabras de alma a alma, y en esa otra conversación, nos íbamos abriendo y entregando y acercando de un modo que sólo quien lo ha experimentado podría entenderlo.

En el año 2000 me marché de Cuba e increíblemente perdimos el contacto. No ha sido hasta ahora, que nos hemos vuelto a encontrar y otra vez hemos conversado tanto de lo humano con palabras, como de lo divino usando ese lenguaje misterioso y lleno de silencios, ese lenguaje que experimentan las almas afines y que tanto bien hace al espíritu.

TADEO

miércoles, 18 de marzo de 2009

LECCIONES DE LOS MAESTROS


LECCIONES DE LOS MAESTROS

En el mundo hay dos clases de personas: las que saben y las que no saben. Este conocimiento es el que importa. La religión que un hombre profesa, la raza a la que pertenece, etc, esas cosas no son importantes.

EL MAESTRO KUTHUMI

El maestro hace aquí una distinción realmente clarificadora. Divide a los hombres en dos clases, los que saben y los que no saben. Esa es la gran división desde el punto de vista oculto y cada uno debe preguntarse a cuál de estas dos clases pertenece.


Las dos incluyen una gran diversidad de personas. , porque las diferencias y las distinciones del mundo no tienen ninguna importancia. Los que no saben trabajan para aquellas cosas que sólo duran una vida, pero el que ha visto claramente las cosas reales sólo tiene el único deseo de trabajar para el Logos, de armonizarse con su estupendo plan, y de ayudar en el desarrollo del mismo, aún cuando sea sólo en una parte muy pequeña. Esta es la forma de medir nuestro conocimiento.


El simple conocimiento cerebral no nos capacita para expresarnos inteligentemente y para enseñar a los demás, es todo ilusorio. El único conocimiento real es aquel que ha trascendido a nuestra vida.


Hay muchas personas que tienen la costumbre de pasar revista al trabajo que han hecho durante el día recluyéndose unos minutos por la noche antes de acostarse. Esa es una costumbre muy útil, pero el que la practique, debe examinar no sólo lo que ha hecho, lo que ha sentido y lo que ha pensado, sino también cuál ha sido su actitud.


Aquel que en todo lo que ha hecho ha procedido pensando únicamente en sí mismo, ha perdido el tiempo en gran medida. Pero el que todo lo ha hecho como parte del trabajo divino, (como actos de sacrificio) obtendrá ayuda y no dificultades.

Annie Besant

martes, 10 de marzo de 2009

POR QUÉ NO DEBEMOS JUZGAR

PALABRAS PRELIMINARES

En mi post anterior me referí al interesantísimo tema de la necesidad de no juzgar. Respondiendo a un par de comentarios que me dejaron, me solté a reflexionar con profundidad sobre este tema y el resultado de mis meditaciones, es esta tripa que les dejo con la esperanza de que alguien se aventure a leerlo entero, y con la esperanza de que sirva a alguien para aclarar sus ideas y para continuar espesando el caldo de la reflexión y el conocimiento filosófico.

PARTE I

Todos estamos de acuerdo en que juzgar es algo que hacemos casi inconscientemente. Yo creo que no deberíamos castigarnos excesivamente por hacerlo. La mente tiene sus mecanismos y emitir juicios puede ser visto incluso como un síntoma de un funcionamiento adecuado de nuestras capacidades cognitivas.

La comparación es un ejercicio de la mente, un ejercicio natural de nuestra mente. Aquel que no es capaz de comparar, no podrá tampoco diferenciar, valorar, generalizar, sacar factores comunes y arribar a conclusiones. Son procesos mentales que hacemos a tanta velocidad, que nos cuesta trabajo separarlos.La verdad es que mirándolo desde el punto de vista mundano, no encuentro mal que se juzgue. Forma parte de nuestros procesos cognitivos lógicos, y propios de una mente sana. Juzgar sólo me parece mal, cuando lo valoramos desde la óptica del discurso religioso.

Jesús dijo: "No juzguéis, porque con la misma vara que juzguéis, serás juzgado". El tema está en que no me parece bien que citemos a Jesús sólo cuando nos conviene, es decir, acepto esto que dice, porque me conviene que no me juzguen, porque no quiero ser juzgado, pero no acepto todo lo demás que él dice, porque no me conviene. No sé si me hago entender.

De la sociedad emana una ética, una moral y unos principios, que a veces están en consonancia con la ética, la moral y los principios cristianos, pero no siempre. (Hablo de principios cristianos porque vivimos en occidente, pero me es igual otras religiones como el budismo, hinduismo, etc)

Yo creo que los seres humanos deberíamos tener en cuanta y darle valor a esa ética, a esa moral y a esos principios. No deberíamos actuar en la vida sin tenerlos en cuenta, porque ellos forman parte del acerbo cultural de la humanidad.

La humanidad ha pensado durante siglos, y no deberíamos pensar que el mundo entero se equivoca y nosotros tenemos la razón en esos casos en los que la sociedad nos dice que hagamos una cosa, y nuestra mente nos dice que hagamos otra. Aunque es cierto que somos una individualidad y que todo se va transformando y somos seres de nuestro tiempo, o deberíamos serlo.

Cuando nos encontremos en el caso de que pensamos diferente a la sociedad, y nos hace hacer cosas que la sociedad censura o cataloga de inaceptable o inapropiado, cosa que muchas veces sucede, lo mejor es analizar muy mucho lo que dice la sociedad al respecto, y lo que dice Jesús, o el Buda, o cualquiera de los maestros de sabiduría.

Si después de analizar todo eso, seguimos pensando diferente, debemos seguir a nuestra propia mente, pero siempre valorando de antemano si eso que vamos a hacer, hace daño a los demás o nos hace daño a nosotros mismos.
Voy a poner un ejemplo:
A veces alguien dice:

Me voy a suicidar. Soy libre para decidir sobre mi vida. No quiero vivir más. Mi vida es una mierda, esto no lo quiero para mí.
Dios no existe porque si existiera no me habría dado esta vida miserable,
en fin, valoraciones por el estilo.

A veces las personas cuando ven que la vida les ha dado golpes duros, en vez de levantarse, en vez de salvarse ellos mismos, dicen:

¿Ah, sí? ¿Dios me quiere ver jodido?, pues él va a saber ahora lo que es joderse. Y a partir de ahí se dedican a andar el camino en el sentido inverso al de la salvación.

Cuando se ha perdido la fe, cuando ya uno no tiene patrones éticos ni morales que sostener, prefiere la comodidad de dar el salto al vacío, porque ya nada puede ser peor, y si algo puede ser peor, ya no le importa que lo sea. Hay gente que no se suicida literalmente, pero se suicida de otros modos o adopta una actitud suicida ante la vida. Esto implica muchas veces lanzarse de cabeza a los placeres, con el peligro que esto conlleva de atraso espiritual y de creación de adicciones que ponen en peligro la propia salud del vehículo físico.

¿Qué más se puede decir al respecto?
Pues (al menos hablando desde el conocimiento esotérico) esa persona no sabe que el mal que ha recibido, le tocaba kármicamente por errores cometidos por él en otras vidas. No sabe que si suelta las riendas de su vida no está haciendo otra cosa que desaprovechar la encarnación y sigue fabricando un mal karma del que luego tendrá que responder en su vida siguiente.


Es gracioso y curioso ver a esas personas que han soltado las riendas de su vida y se han metido en un camino de autodestrucción, cuando regresan a la tierra en una siguiente encarnación y Dios les da el paquete de dolor que les toca, como dicen: "Ay, ¿pero por qué Dios me hace esto? Sin darse cuenta que dentro de ellos está la respuesta que ellos mismos buscan.

¿Qué sale del alma de este individuo? Pues lo que él mismo demuestra, falta de capacidad para seguir adelante y deseo de autodestruirse. Ahhhh, pero cuando regresan a la tierra y Dios les pone en sus manos el paquete de dolor y sufrimiento que ellos mismos han fabricado, le echan la culpa a Dios, pues ellos no recuerdan nada y por lo general son seres que no tienden a reconocer sus propias debilidades y errores.

Por lo general los seres humanos somos malos para asumir nuestras propias culpas. Si la persona en cuestión no decide hacer algo por sí mismo, Dios no podrá hacer nada, porque Dios no es ese padre protector que a sus hijos les dice siempre a todo que sí, que cumple con los caprichos de ellos, que los malcría. Dios sabe que no te puede malcriar, porque si te malcría, te estaría haciendo daño.

El poder de Dios radica en que es una gran ley que siempre se cumple y en eso radica su justicia y su maravilla. Toda acción tiene una reacción, y si ante el paquete de dolor que Dios nos pone en la mano, reaccionamos negando a Dios y hundiéndonos más en el fango, lanzándonos de cabeza al camino de la pereza espiritual, de la autodestrucción o del suicidio, no hacemos otra cosa que agrandar nuestra pena.

En la vida siguiente Dios volverá a darnos lo que nos toca, y posiblemente nosotros volveremos a caer en lo mismo, en el camino de la pereza espiritual, de la autodestrucción y así hasta el infinito. Pero Dios no tiene la culpa. Dios te hizo libre para que tú mismo eligieras tu camino, y Dios no va a venir a sacarte de ahí. Todos tenemos que salir solitos, porque la tierra es un mundo de probación para las almas.

La justicia y el amor de Dios se muestra en que siempre te da la posibilidad de salir del hueco.

Dios ve que tú matas, que tú dañas el cuerpo que él tan amorosamente te ha dado, te lo perdona y te da otro, pero más no puede hacer. Todo lo malo que hacemos, es de nuestra responsabilidad y tenemos que cargar con eso.
¿Qué es lo que debemos hacer?

Pues si ya hemos visto que lo que nos toca vivir es duro, pues digamos:

"Yo soy el único culpable de todo esto. No sé qué habré hecho, pero lo que sí sé es que desde el día de hoy en lo adelante, me fabricaré un buen karma. Sembraré el bien, y recogeré el fruto bueno de lo sembrado. Me sacrificaré en esta vida, cargaré el peso de mis culpas con valor".

Y Dios que te ve desde arriba, te recompensará. En cuanto tus vibraciones mentales y emocionales empiecen a ser luminosas, los seres de luz del cielo, por contagio, vendrán a ti. Ahora bien, no se debe buscar la luz en las tinieblas. En las tinieblas sólo hay tinieblas.

Hay personas que han adoptado el camino de la autodestrucción como hacen los niños pequeños que dicen.

"Lloraré aquí todo el día hasta que mis padres se compadezcan de mí" Yo mismo lo hice de pequeño. Me ponía a llorar y seguía llora que te llora para ver si le ablandaba el corazón a mis padres. Pataleaba, chillaba, a ver si daba resultado.
Hay padres que se ablandan y ceden. Esos padres tendrán luego hijos malcriados que todo lo querrán resolver de ese modo, con pataletas.
Pero Dios no es un padre que se ablande. Dios es la Ley, y la ley es inflexible, y aún en su inflexibilidad es justa, y por su justeza es amorosa.

Es hora de dejar de ser niños. Es hora de decir:
Dios no va a venir a por mí por mucho que me acerque al precipicio. Y no es que no me ame, es que me está ayudando con la lección que me está dando. Voy a regresar a él, voy a regresar a su luz y voy a ser dócil a sus enseñanzas.

Imaginen la felicidad que se siente cuando se camina en pos de la luz. Es algo que hay que experimentar. Cuando se viene de las tinieblas, el camino es duro, y lo peor es que encontrarás a tu lado voces que te invitarán a quedarte entre tinieblas y que te tentarán para que no te vayas. Ellos han sido débiles y odian tu valor de decir:
"Aquí se quedan ustedes. Yo me marco a la luz".

Incluso, tirarán de ti con más fuerza esos seres tenebrosos, tratarán de tentarte, porque en todos los caminos hay tentaciones, pero no hay como la felicidad de la luz. Eso sí, en cuanto tu nivel vibracional cambia y se eleva, los seres que se te acercan son siempre afines a ese nivel de vibración.






También sucede que cuando nuestro nivel de vibraciones baja, también se acercan a nosotros, seres acordes a nuestro tipo de vibración. Lo semejante atrae a lo semejante. Por eso es que se hace tan trabajoso salir de las tinieblas a la luz, porque pocas veces te encuentras allí voces que te puedan indicar el camino. Entonces tus espíritus protectores tienen que luchar mucho para acercarte voces que te puedan servir como faro y guía en el camino.

Todo aquel que pueda transitar hacia la luz, que lo haga. Y bueno, al fin y al cabo, todos estamos en ese camino. Unos somos almas más viejas que otras, unos hemos avanzado más, otros hemos avanzado menos.

Luego de decir todo esto, regreso al punto de partida.

Jesús dice: "No juzguéis", porque en la tierra vamos todos enmascarados. Nadie sabe quién es nadie, y nadie sabe qué tiempo lleva en el camino ese que tenemos al lado.

Quiero decir con esto, que puede que mires hacia detrás y veas a una persona ahí rezagada, y puede que te compares con él y te digas:

"Jejeje, yo estoy mejor que ese", o peor aún, que pienses "Yo soy mejor que ese". Pero ¿acaso sabes tú cuantas vidas lleva andadas esa persona? ¿Y si resulta ser que esa persona en 3 vidas solamente ya casi te está dando caza, y tú que has vivido 10 vidas aún estás por donde estás?

Sólo Dios sabe quiénes somos. Por eso sólo él puede juzgar. Nosotros aquí en la tierra lo único que podemos hacer es amar al prójimo y perdonarle sus ofensas, pero nunca podremos decir: "Yo soy mejor que ese", ni siquiera cuando nos veamos casi tocando a Dios con la mano, porque a lo mejor para los ojos de Dios, él considera que ese que acaba de salir de la línea de salida, es mucho mejor corredor que nosotros, y sabe lo que nosotros no sabemos, y es que esa persona en muchas menos vidas que nosotros, llegará a la menta.

Por tanto, la sabiduría está en mirar a todos los seres humanos con respeto y amor. De no hacerlo, de seguro estaremos cometiendo una estupidez, y de seguro, nos estaremos equivocando, y sabido esto, entonces para que perder el tiempo juzgando, hablando de lo que no tenemos ni idea?

Ahora, después de haber leído hasta aquí, regresemos a las palabras del maestro de sabiduría que cité en el post anterior.

PARTE II

Todos seremos juzgados, y lo seremos todos los días. No está bien que se haga, porque venimos a la vida enmascarados sin saber quiénes somos. Estamos regidos por leyes espirituales que desconocemos y casi siempre, como bien dice el maestro de sabiduría, nos equivocamos en nuestros juicios.

Muchas veces lo que parece que es malo, es bueno a los ojos de Dios, y muchas veces lo que parece bueno, es malo ante sus ojos. Muchas veces las personas que parecen buenas, son malas a los ojos de Dios, y muchas veces las personas que parecen malas, son llamadas santas en el reino de los cielos.



Hablando con justeza, debemos decir que etiquetar a las personas como buenos o malos, no sería conveniente ni correcto. Esta no es la manera en la que Dios juzga a sus hijos.

Dios es todo amor para todos. Dios hace que el sol salga y que la lluvia caiga a los pies de justos e injustos. La ley es la misma para todos.

Procuremos no sufrir demasiado con las palabras de aquellos que nos juzguen.
El mundo está lleno de personas de corazón inmenso y alma pura. Personas bienintencionadas que han pretendido vivir sus vidas de acuerdo a sus ideas, y si tales ideas difieren un poco del molde social, se arriesgan a ser criticadas y juzgadas.
¿Cual debe ser a mi juicio, la actitud a tomar?

Pues ya lo he dicho más arriba, uno debe ser valiente y sincero con uno mismo. (Conócete a ti mismo). Vivir la vida que mejor nos parezca, siempre teniendo en cuenta 4 cosas:

1-¿Qué dice la ética, la moral y los principios de la sociedad en la que vivo con respecto a lo que yo pienso y deseo hacer?

2-Qué dice la ética, la moral y los principios cristianos (o de cualquier otro gran cuerpo filosófico y religioso) sobre esto que yo pienso y deseo hacer?(En este punto 2, yo lo que hago es decir. ¿Qué pensaría Jesús, Buda, Krishna, Confucio, o cualquier otro maestro de sabiduría, sobre esto que pienso y deseo hacer?

3-¿Esto que pienso y que deseo hacer hará daño a los demás?

4-Esto que pienso y deseo hacer me hará daño a mí mismo?

Si lo que pienso y deseo hacer, hará daño a los demás, uno debería valorar si esos demás se merecen que le hagamos daño. En mi caso personal, yo casi siempre pienso primero en los demás y luego en mí, pues es una enseñanza que he aprendido de Jesús.

Jesús vino a la tierra a vivir una vida no acorde con su grado de crecimiento espiritual, pero entendió que haría un gran bien a la humanidad dejándonos el pan de sus enseñanzas.

Por cierto aprovecho para decir que no creo que Jesús lavara los pecados del mundo con su muerte. Jesús nos dejó su enseñanza, y ella es faro y guía para el que desee tomarlas como faro y guía, pero todos seguimos de encarnación en encarnación arrastrando con nuestras culpas.

Ahora bien, está claro que la llegada de un maestro de sabiduría a la tierra, es como encender una linterna en medio de la oscuridad en la que viven los hombres.

Algunos con esa luz se han dado cuenta de para dónde hay que caminar, y otros han huido de la luz, y otros estaban dormidos cuando eso pasó, y otros simplemente no quieren ir a la luz porque les da pereza, y otros simplemente prefieren ir a la sombra porque sus almas lo prefieren, en fin.

(vuelvo a mi reflexión)

No me gusta hacerle daño a los que me quieren, por tanto, prefiero sacrificarme yo, antes que hacerle daño a esas personas. Y bueno, aquí no podemos dejar de recordar que a veces no nos damos cuenta de que las personas nos quieren. A veces el que no nos quieran como nosotros queremos que nos quieran, no quiere decir que no nos estén queriendo con toda el alma, y Dios es el caso más claro. Dios nos ama como nadie en este mundo. sin embargo, ¿cuantas personas han puesto en duda el amor de Dios y su existencia misma?

Por otra parte, si lo que pienso y deseo hacer me hace daño a mí mismo, soy mayorcito para saber lo que estoy haciendo, pero luego no nos quejemos cuando al regresar a la tierra en otra vida, Dios nos ponga sobre las manos un paquete más pesado y más doloroso aún que ese que nos puso en esta encarnación en la que decidimos el camino de la autodestrucción.

Sólo hay dos caminos, el de la luz y el de las sobras, o mejor aún, sólo hay un camino, el de la luz. Porque la raza humana apareció en la tierra como resultado del tránsito de la substancia de la materia pura al espíritu puro. Es decir, todo lo que surgió de Dios, o de la antimateria en esa gran explosión que llamamos Big Bang, está regresando al origen, y en ese ciclo de retorno eterno, ha aparecido la raza humana, pero ese ciclo no concluye y en virtud del mismo proceso, los seres humanos, tal y como los conocemos, desapareceremos para dar origen a una raza de seres superiores, mucho más espiritualizados que nosotros, del mismo modo en que hemos visto evolucionar a lo largo de los siglos las plantas hasta convertirse en animales, y los animales en seres humanos.

El ciclo no se detiene, y marchamos hacia Dios, así que siempre sentiremos sobre nosotros, y cada vez más, esa fuerza que nos empuja hacia la luz. Es cierto que la era de tinieblas aún es muy fuerte en influencia sobre el ser humano, pero la era de Acuario verá florecer un cambio muy significativo en esa tendencia evolutiva espiritual.



Así que si sólo hay un camino, creo que lo mejor es decidirse de una vez a transitarlo. El camino de la pereza espiritual, o el de la autodestrucción no es un camino en sí mismo, es sólo un camino relativo. Es como las semillas de limón en un vaso de limonada. Hay semillas que se quedan flotando y otras que van al fondo, pero en ningún caso esas que han ido al fondo, traspasarán el vaso. Del vaso no se puede salir. De la ley de Dios no se puede escapar.



Ya he explicado arriba por qué entiendo que no debemos juzgar, y lo he explicado con las razones que esgrimen los ocultistas o metafísicos.

No se debe juzgar porque no sabemos quién es nadie. Esa persona que vemos detrás de nosotros en el camino, puede ser un gran ser, aunque le llevemos ventaja, pues puede que esa persona haya recorrido el camino en muchas menos vidas que nosotros.

Y como no sabemos qué enredos kármicos trae cada cual, no podemos juzgar porque lo que a mí me puede resultar muy fácil, para esa otra persona puede resultar muy trabajoso, pero al mismo tiempo, lo que para mí puede resultar muy trabajoso, para esa persona puede resultar muy fácil.

Pondré un ejemplo:

Si en mi vida anterior fui una persona que nací en alta cuna, es decir, que fui rico y que tuve la suerte de tener estudios, y pongamos por ejemplo, que tuve la suerte de aprender otros idiomas, en esta vida, en el colegio, es posible que aprenda el inglés más rápido que ese compañero de clase que en su vida pasada no fue rico ni tuvo la suerte de estudiar idiomas.

Ahora bien, el día que ambos muramos, Dios no me valorará mi capacidad para aprender el inglés, me valorará qué obras fui capaz de realizar con las armas que tenía en la mano.

Puede que ese que no tenía habilidades para aprender el inglés, con sus pocas armas, hizo más por el prójimo y amó más y perdonó más que yo con todo que era muy bueno aprendiendo idiomas. Esto es sólo un ejemplo, pero así funciona todo.

Antes de salir a la arena de la vida, Dios nos hace pasar por un cuarto lleno de armas y nos dice: Elige las armas que quieras para bajar a la tierra. Lo que no sabemos es que las fieras que tendremos que enfrentar, serán proporcionales al armamento que hemos elegido

Por ejemplo, si digo: Quiero bajar en un cuerpo lindo, con dinero, con esto y con lo otro. Puede que Dios te diga, está bien. Pero una vez en la tierra con todas esas prebendas, tendrás que pasar tus pruebas de amor y perdón, y la verdad es que por lo general, las ataduras materiales no ayudan a amar y a perdonar. Es preferible venir a la tierra menos atado, menos "armado", porque de ese modo, los peligros, las fieras que nos encontraremos en la arena, serán menores.

Y bueno, una vez que has venido, cuando te toque armarte de nuevo, sólo te dejarán elegir de manera tal que las armas que elijas estén en relación con el karma que has fabricado en tu anterior venida. No es que siempre podamos decidir venir lindos, ricos y famosos. Incluso, las leyes espirituales del equilibrio, tienen a lanzarnos al otro extremo, y hacen de hecho, que probemos casi todo, riqueza, pobreza, ambos sexos, etc.



Al final regresaremos a la casa de Dios y él nos preguntará: ¿Qué has hecho con las armas que te di? Esos que se han ido tan llenos de armas, tendrán más responsabilidad ante sus ojos, que ese que se fue sin nada, aún cuando ambos no hayan hecho nada.

Y otra cosa a tener en cuenta es que Dios nos juzga en función de la cantidad de vidas que llevemos en el camino. Por ejemplo, una persona que lleva dos vidas vividas, al morir Dios le pregunta, ¿qué has hecho en la tierra? Y esa persona dice:



Dios, es que yo no sabía, yo me quedé dando la pataleta a ver si tú venias a por mí a sacarme del fango,o yo pensé que haciéndome daño tú te fijarías en mi dolor y vendrías a socorrerme. Yo no sabía que me estaba equivocando con mi actitud.



Y Dios puede decir, bueno, no pasa nada, has ido a la tierra a pasar la prueba sólo dos veces, tendrás una nueva oportunidad.

Pero si llega uno con 20 vidas en la tierra, Dios le dirá. Bueno, a ver, esta es la vez número 20 que nos vemos las caras. ¿Ahora con qué cuento me vienes? ¿Vendrás a decirme de nuevo que no sabías?

(En mi casa los muertos se pasan la vida repitiéndonos eso de que nosotros no podremos decirle a Dios: “Ay, es que yo no sabía.”Ellos nos dicen: Ustedes sí saben, porque nosotros se lo estamos diciendo. El conocimiento implica también una responsabilidad, pero siempre es mejor saber que vivir en la ignorancia)

Todo esto que he contado anteriormente sobre el juicio divino, no es que sea así literalmente, pero esta escena que planteo, es una metáfora de lo que nos pasa en los planos espirituales cuando abandonamos la tierra y es ilustrativa y nos puede servir para entenderlo todo mejor.

Por tanto, no podemos juzgar, porque lo que Dios le permite hacer en la tierra a una persona, puede que no se lo permita a otra. Pongo un ejemplo:

En las ceremonias religiosas de origen africano, se hacen matanzas de animales.
Un día le dije a un muerto que a mí no me gustaba matar animales, y el muerto me dijo:
Por tu crecimiento espiritual, matar animales te atrasa en el camino, pero a esas personas que ves ahí haciéndolo, les adelanta.
Yo pregunté por qué, y el muerto me dijo:
Hijo, mío, esas personas en sus vidas pasadas mataron a personas, derramaron sangre humana. Ahora Dios les hace derramar sangre de animales y de ese modo, avanzan en el camino. Tú no derramaste sangre humana, por eso derramar sangre de animales te atrasa.

Estas son algunas de las consideraciones que puedo hacer sobre este tema.

Dentro de nuestra capacidad de amar y perdonar, entra nuestra capacidad para olvidar el daño que nos hacen quienes nos prejuzgan sin saber. En mi caso, me gusta escuchar atentamente todo lo que se dice de mí, y tengo que reconocer, que en muchos casos, esas opiniones me han servido para mejorar. Una buena crítica puede ayudarte más a mejorar que el mejor de los halagos.

Todos los que estamos en la tierra somos pequeños y débiles a los ojos de Dios. Ningún gran ser está aquí. Los grandes seres viven en otros planos. Rara vez viene un gran ser a la tierra, así que con esta idea, debemos todos caminar en pos del camino de la salvación, y bueno, con las razones que he dado, se entiende por qué no debemos juzgar, y menos prejuzgar, porque a fin de cuentas lo único que hacemos todos es prejuzgar, porque como ya he dicho:
¿Qué sabemos nosotros, si no sabemos nada de nada?

TADEO

martes, 3 de marzo de 2009

NO JUZGAR

NO JUZGAR

A pesar de que Jesús de Nazaret nos dijo: “No juzguéis” tengo que reconocer que yo soy el primero que me paso la vida juzgando. Es algo que me cuesta abandonar, pero ando luchando por superarme en dicho aspecto.

Para ayudarme a hacerlo, repaso las palabras de sabios maestros de sabiduría cuando dicen:

“En todos los casos los hombres tendrán sus razones para decir lo que dicen, hacer lo que hacen y pensar lo que piensan. Desde fuera nunca conocemos esas razones porque sólo observamos las cosas superficialmente, y por lo general, de una manera completamente equivocada.

Por lo tanto, mientras no hayamos alcanzado un alto grado de crecimiento espiritual, propio de los grandes seres espirituales, concedamos el beneficio de la duda, o lo que es más sabio todavía, dejemos de atribuir motivos a nadie. Si los actos de alguna persona nos parecen impropios, la actitud más bondadosa es decir: “Yo no habría hecho eso. Me parece equivocado , pero doy por sentado que esa persona tiene sus razones, aunque yo desconozca cuáles puedan ser”

He aquí una gran enseñanza para la vida que soy el primero en desear tomar para mí.

TADEO