miércoles, 17 de julio de 2013

PACIENCIA Y AMOR INCONDICIONAL

 
PACIENCIA Y AMOR INCONDICIONAL

Queridos lectores:
He escrito recientemente un texto para una amiga, y me gustaría compartirlo también con todos ustedes.
Querida amiga:

El tema que pones sobre la mesa da para escribir un libro, así que procuraré no extenderme demasiado y decirte las 3 o 4 primeras ideas que me pasan por la mente cuando pienso en este particular.

Cuando sientas que pierdes la paciencia, es decir, que te sales de tu estado de equilibrio emocional, puedes estar convencida de que estás siendo puesta a prueba y por tanto, eso o ese que te saca de tus casillas es un maestro para ti. Lo ideal es poder mirar al exterior con ojos amorosos, pero a veces chocas con tus límites y caes ante la prueba. No pasa nada, a eso venimos a la tierra, a ser probados y de esas muchas caídas sacamos la experiencia y el conocimiento que necesitamos para ascender. Así nos mejoramos.

Es curioso como a cada persona nos ponen justamente las pruebas que más trabajo nos dan, y quiero apuntar que en la naturaleza todo es económico, y por tanto, estudiar metafísica, o llenarte de conocimientos espirituales implica siempre un “peligro”, porque todo lo que aprendas, Dios hará que lo pongas en práctica. Cuando a través del estudio alcanzas cierto nivel de conciencia, ese nivel de conciencia será puesto a prueba. Y cada persona debe saber que mientras más avanzas en el conocimiento, te ocurrirá que te pasarán a ti, esas cosas que no le suceden a nadie. Y no es mala suerte, es simplemente que Dios tratará de acrecentar en ti, no sólo la paciencia, sino todas las virtudes espirituales.

Ahora bien, no hay que angustiarse demasiado cuando perdemos la paciencia, o cuando actuamos mal en cualquier sentido. Basta con que nos miremos por dentro y comprendamos nuestro error. Esto no siempre es fácil. La mayoría de las veces buscamos las culpas en los demás, y no en nosotros mismos.

Cuando una persona es capaz de encontrar en su interior responsabilidades con lo ocurrido, cuando uno es capaz de comprender que el otro y tú son en esencia un mismo ser, entonces ya se ha alcanzado un nivel de conciencia desde el cual es mucho más fácil hacer que los problemas se desvanezcan.
La práctica de las virtudes espirituales, entre ellas el amor al prójimo, y luego en un segundo momento, llegar a comprender que no existe EL OTRO sino que todos somos UNO, desde luego, te deja en mucho mejor situación para enfrentar los roces de la vida dual. Y cuando llegas a comprender que en última instancia, todo lo que existe es Dios manifestándose, que tú YO individual es ilusorio, entonces es mucho menos doloroso y angustioso el camino.
La práctica del amor incondicional es muy difícil porque constantemente estamos condicionando el amor que damos. Llegar a decir TE AMO, PERO PUEDO SER FELIZ SIN TI, es un escalón avanzado en el proceso de crecimiento espiritual, y es muy fácil engañarse a uno mismo. Es fácil dedicarse a aprender a SER FELIZ SIN TI, y cuando ya lo puedes decir con conciencia, entonces te encuentras que lo que has hecho es que ya HAS DEJADO DE AMAR. Como cuando la manta no te da para taparte al mismo tiempo la cabeza y los pies, y el gran reto es justamente ese, que todo quede cubierto.
La mayoría de las personas dicen: Yo no te amaré, porque sé que nunca podrás ser mío. O buscan entregarse no a quien más aman, sino a quien más seguridad nos ofrece de que no nos dejará por otro o por otra. Y por tanto, detrás de este comportamiento más que amor hay miedo. No nos damos cuenta, pero constantemente estamos conduciendo nuestras vidas por la senda de la seguridad, en vez de por la senda del amor.

Pero amar sin poseer al objeto amado, amar en todas direcciones como soles de amor, amar a todos y a todo por igual, todo lo que podamos, es un imperativo nuevo tiempo y de la nueva humanidad que estamos edificando entre todos.

Hay seres que ni siquiera son capaces de amarse a sí mismos, hay otros que sólo se aman a sí mismos, hay seres que ya además de amarse a sí mismos, aman a otra persona, y así, en la medida en que las almas van expandiendo sus egos de manera tal que dentro de ellos quepan más y más personas, y de manera que cuando digan YO SOY, dentro de ese YO SOY entren muchas más personas, porque son capaces de identificar al otro con ellos mismos, entonces es cuando verdaderamente nos convertimos en soles que irradiamos amor en grandes cantidades y en todas direcciones, o somos como fuentes de agua pura que calmamos la sed a todo aquel que se acerque a beber.

Pero para llegar a este punto es necesario que trascendamos el miedo, la necesidad de poseer al objeto amado, es necesario entender el amor como entrega incondicional. Y es necesario haber hallado la fuente de la felicidad dentro de uno mismo. Porque muchas veces lo que nos hace dependientes de los demás, es que sentimos en nuestro interior un vacío que tratamos de llenar con la presencia de otro ser o de otros seres. Y el problema que esto trae es que conseguimos una felicidad inestable y dependiente de otros, con lo cual, coartamos la libertad de esas personas, y por tanto, el amor que le damos, es un amor que reprime, que hace daño, que corta las alas del otro. Para poder dar amor incondicional es necesario estar completo. Y esa plenitud siempre se encuentra en nuestro interior. Por eso nadie que encuentra la felicidad en lo externo, ya sea en personas o en cosas materiales, puede verdaderamente amar sin sentirse tentado a poseer esas cosas objetos de su felicidad.

Bueno, no quiero terminar sin decirte que cuando pierdas la paciencia y te sientas mal, trata de quitar tu mente de esa angustia que te ha producido el haberla perdido, toma la lección y di que para la próxima tratarás de ser más paciente y perdónate amorosamente. Todo es un juego, somos como un juego de Dios, nada es tan grave como para que nos hundamos en la angustia y la desesperación. Dios es un niño y la creación es su juego. NAMÁSTÉ.
TADEO

sábado, 23 de febrero de 2013

RECETAS ESPIRITUALES

 
RECETAS ESPIRITUALES

(Texto escrito para un foro sobre espiritualidad en el que participo)

Queridos amigos:
 Después de varios días deambulando por esta página, alimentándome de vuestro saber e iluminándome con la luz de vuestras almas, interactuando y calentándome con el calor de vuestras ideas, empujado por esa loa a la libertad de expresión que ha lanzado nuestra querida amiga Judith Salerno, he decidido romper mi burbuja de silencio para verter con todo respeto mi humilde parecer.
 
He disfrutado de vuestras ideas y puntos de vista, las cuales me parecen muy interesantes, sabias y dignas de respeto. Veo que el debate tiene en su centro el tema de matar animales e ingerir alimentos de dicho origen, y se ha extendido a las prendas de vestido, en el caso de que se trate de pieles o de fibras de origen animal.
 
En lo esencial estoy de acuerdo con los criterios vertidos aquí y soy consciente de la importancia que tiene educar al ser humano en el amor a los animales, las plantas, y la naturaleza toda, para que no siga viviendo en desequilibrio con su medio, y para que no siga viviendo divorciado de su propia esencia, la cual se imbrica perfectamente, en la esencia de todo lo que existe, la cual podría se definida como el tránsito eterno de lo material a lo espiritual y viceversa a través de transformaciones energéticas.
 
La verdad es que en el mundo de hoy, en el momento psicológico que vive la raza humana, con el dios DINERO en el centro de todo, y su hijo el consumismo, nos han empujado a un tipo de vida verdaderamente material y muy poco espiritual, donde las razones de índole espiritual para respetar a la madre naturaleza: minerales, plantas y animales, cuesta bastante trabajo hacerlas resonar en la mente de las grandes mayorías.
 
Afortunadamente, so pena de acabar con la propia existencia humana, las personas hemos ido poco a poco sumando conciencias, y hemos echado a andar el gran viraje hacia el cuidado y conservación de nuestro planeta, y poco a poco las razones de índole espiritual se han ido extendiendo, aunque aún de un modo muy limitado.
 
Sin embargo, aún es demasiada la noche, la oscuridad que se cierne sobre nosotros y aún son la gran mayoría las mentes que son incapaces de acercarse a las realidades del espíritu, y apenas una pequeña minoría comprende el carácter ilusorio de la realidad material de tercera dimensión.

La decrepitud y la muerte marca la vida del 90% de la humanidad, y el 80% de la humanidad aún se siente incómodo conectado con su conciencia mental. Ese 80% sigue sintiendo placer desconectando sus mentes, (el goce del no pensar) y disfrutando dándole placer a sus cuerpos físicos, alimentando sus energías inferiores: instinto de conservación, sexo y comida, y diversión para desconectar la mente. Les basta con tener operativas sus conciencias sensoriales y emocionales.
 
Aún no han transitado por el laberinto de la mente, de la conciencia mental, para una vez vencido, encontrar la puerta que lleva al ser humano a despertar las conciencias espirituales, a rozar con sus sentidos superiores las maravillas de los mundos sutiles donde desaparece la dualidad, donde el bien y el mal desaparecen, y donde por primera vez y verdaderamente, el amor deja de ser egoico. Ahí donde reside el silencio porque las palabras no pueden tocar tal realidad inefable, donde no hay diferencia entre el todo y la nada.

Los seres despiertos y abiertos al camino del crecimiento espiritual, no debemos olvidar que el “Infierno”, la realidad densa donde se manifiestan las bajas vibraciones y energías,  es el único premio que tiene Dios para nosotros. SOMOS UNO ¿Verdad? Pues subiremos todos o no subirá nadie, pues el que sube solo, cae en la ilusión de haber subido, pero su ascensión no es del todo real.

Somos un solo organismo, y un ser que ama, no se desprende del todo para subir al Paraíso dejando abandonado al resto de la “manada”. No perdamos la conciencia de quiénes somos y de dónde estamos. Está muy bien que sepamos a dónde vamos, pero sin dejar de mirar dónde tenemos los pies. Porque quien avanza en la pirámide mirando el último escalón, puede tropezar y caer y terminar en la base de la misma. Y el que se escapa rumbo al cielo, Dios lo hará regresar a la fatigosa realidad de la vida cotidiana y de los seres simples y poco evolucionados, porque es justamente allí donde se es más útil. Al Cielo no se llega huyéndole al Infierno.

Amémonos todos y seamos felices. Gocemos de ese amor e invitemos a los demás a la gran fiesta. Respetemos el ritmo de crecimiento de cada quien, y tengamos en cuenta que para ayudar a alguien a crecer, tenemos que tener en cuenta cuál es el punto donde dicha alma se encuentra. El niño que está en primer grado, tiene que aprender a leer y a escribir, y luego seguir avanzando. Y no pasa nada. Ese que está aprendiendo a leer y a escribir, puede ser más inteligente o más sabio que el que ya está en la Universidad. Todo hay que aprenderlo en su momento. Vayamos poco a poco, y amemos y saquemos nuestros conocimientos intelectuales y nuestra sabiduría espiritual para hacer de éste, un mundo mejor. Toda herramienta que no se utiliza es una herramienta inútil.

Amemos nuestra sombra y la sombra del mundo. Cuando se ha conectado con las conciencias espirituales superiores y se ha vivido la realidad del espíritu, ya no se sabe hacer otra cosa que amar y perdonar. Cuando se ha conectado con las realidades del espíritu, el amar y el perdonar no dependen de nada externo, lo externo es lo de menos. No permitamos que nada externo condicione nuestra actitud de amor y perdón, o mine nuestra capacidad de amar y perdonar, de entregarnos al prójimo. Amemos entregándonos y no poseyendo a los seres u objetos amados. No dejemos que el conocimiento racional, y la tendencia disgregativa de nuestras mentes, nos impidan amar de la manera en que ama el corazón.

Desde hace 22 años, cuando en mi vida ocurrió el gran despertar hacia la espiritualidad, no he dejado de encontrarme con personas llenas de sabiduría, pero tengo que decir con tristeza, que en las calles, me he encontrado a muy poca gente que verdaderamente aplique sus conocimientos y sabiduría a su vida diaria. Hay tanta sombra por todas partes, hay tanto miedo por todos los sitios. Hay tanto por hacer, hay tanto amor que dar, hay tanta alegría que repartir, hay tanto que perdonar…
 
Sobre el tema de comer carne o no comerla, reconozco que no todo el tiempo hago una vida vegetariana, aunque estoy de acuerdo con ella. Yo simplemente no pienso en la comida. Nací en Cuba, en el seno de una familia bastante humilde, pero gracias a Dios, rodeado de personas sabias y espirituales. Poco tiempo de mi pensar le dedico a lo que como. Como lo que tengo para comer, y cuando no tengo nada para comer, no como. Para mí el comer, es como echarle combustible a un coche. Si podría vivir sin comer, tal vez no comería.
 
Sobre lo de usar pieles, bueno, nunca he sentido esa tentación. Nunca he tenido la posibilidad de elegir sobre el tema: pieles sí o pieles no. Siempre he sido muy pobre y haber elegido ese mundo de pobreza material habla de mi condición espiritual. Mi esencia espiritual y mi karma, me empujaron a la realidad cubana, y me siento tan feliz de ello…
 
Recuerden que el “pecado” está relacionado con el apego. Y comerse cuatro pollos, no significa estar cuatro veces apegado. Y esto es válido para cualquier tipo de apego. Una persona puede ser vegetariana y estar más apegada a la carne que una persona que no lo es. Lo mismo que una persona puede ser célibe, y estar más apegado al sexo que una persona que tiene vida sexual. Todos sabemos cuán libres estamos o no de los apegos a lo material. Eso sólo lo sabe cada quien.


Yo he comido a lo largo de mi vida, la carne que amorosamente mi abuela puso en mi plato, y ella fue feliz al verme comerla. He comido la carne que amorosamente mi madre puso en mi plato y ella fue feliz de verme comerla, y hoy como la carne que amorosamente mi esposa pone en mi plato, y si le digo que no la como, tal vez termine durmiendo en el sofá. Eso, por no hablar de la carne que amorosamente pone mi suegra en mi plato. Creo que en esto, como en todas las cosas de la vida, debe primar el sentido común.

Ahora bien, cuando me pregunto a mí mismo si sería capaz de vivir sin comer carne, mi respuesta sincera es SÍ, y cuando me pregunto a mí mismo si podría vivir en un mundo sin dinero, mi respuesta sincera es SI, y cuando me pregunto a mí mismo si estaría dispuesto a vivir en un mundo donde todas las personas recibieran lo mismo, más allá de lo que aportaran a la sociedad, diría SI, estoy de acuerdo. Yo sueño con un mundo igualitario, y la energía que brota de mi mente, y la energía que brota de mis sueños, son semillas igualitarias.
 
Al leer las diversas opiniones vertidas en este espacio, noté como una especie de temor a herirse los unos a los otros, una especie de preocupación por que nadie saliera lastimado, una especie de miedo a la disensión. Y fue esto justamente lo que me hizo animarme a escribir. ¿Cómo es posible que incluso nosotros, que nos vanagloriamos de ser seres despiertos, podemos albergar dentro de nuestros corazones tales miedos? ¿A dónde hemos llegado en el camino si una simple disensión nos hace sentirnos heridos, o puede despertar en nosotros sentimientos oscuros?
 
Si tan sensibles estamos, deberíamos analizar un poco más nuestra sombra, porque sin dudas está ahí. No se llega a la luz, ocultando la sombra. La sombra siempre va a exigir atención. Todo día tiene su noche y por tenerla no es menos día, por el contrario.
 
Abracemos nuestra sombra. Amemos nuestra sombra, transmutemos nuestra sombra con el poder del amor y del perdón. Nadie que no ame el mal, llegará al supremo bien. Porque desde la dualidad, no se puede amar lo que se rechaza. Si rechazas la sombra, la personal y la de los demás, no podrás amarla nunca, y es necesario que la amemos para que la consigamos trasmutar. Mirando para otro lado, no haremos otra cosa que dejarla ahí viviendo agazapada al interior de cada uno de nosotros e impidiendo que nuestra luz se manifieste en todo su esplendor.

Muchos confunden el AMOR con el TEMOR. El amor nos lleva a entregarnos, y el temor nos lleva a poseer el objeto amado. Quien ama correctamente, no siente la necesidad de poseer, más bien siente la necesidad de servir de alimento.
 
Y por último, porque ya he hablado demasiado, es necesario que dejemos que el conocimiento vaya llegando en la misma medida en que lo necesitemos. Tengamos fe y confiemos, que lo que necesitamos, y también, por tanto, lo que necesitamos saber, llega siempre a su debido tiempo. Las ideas, las enseñanzas, no son ni mejores ni peores, simplemente unas son las mejores para unos, y las otras, mejores para otros, según el grado de crecimiento espiritual e intelectual de cada persona. Yo mismo rechacé ideas en su momento, y éstas empezaron a resonar dentro de mí tiempo después.

Que la aparente contradicción entre el discurso de Confucio y el discurso de Lao Tsé, nos haga comprender y nos lleve a la conclusión de que el universo mental es un laberinto, y es un laberinto que es necesario trascender, pues las verdades sublimes del espíritu, esas que nuestra alma sabia anhela, no se pueden alcanzar desde la mente racional.
 
Y por favor, cuando ya lo sepamos todo, vivamos como si no supiéramos nada. Muchas gracias.

NAMASTÉ (Amo y reconozco en vosotros al dios que soy, y amo y reconozco en mí a los dioses que sois)
 
TADEO